En medio de la oscuridad, tenemos que encontrar lo que debe guiarnos en nuestro compromiso indeclinable que tenemos como ciudadanos.
“Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre y, postrándose, lo adoraron. Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Advertidos durante el sueño de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino”. (Mt 2, 10-12).
Esta narración es una de las más conocidas en el mundo por los valores que encierra, por las lecciones que nos deja y por lo que muchos creemos firmemente. Este 6 de enero, en muchas partes del mundo, recordamos la historia de tres sabios que siguieron una estrella para encontrarse con un Rey, con un Dios que ha querido hacerse niño.
Como pasa con las grandes narraciones, con poco de esfuerzo, sin necesidad de ser expertos en nada, podemos utilizarlas para trasladarlas a nuestra vida diaria. Si además este ejercicio va acompañado del compromiso de fe el efecto es, sin duda, mayor y será mejor para nuestra familia, nuestra escuela y desde luego para nuestro país.
En medio de la oscuridad que generan las decisiones del gobierno, somos muchos ciudadanos y ciudadanas que no estamos dispuestos a perder de vista las luces que nos han de guiar a fin de encontrar y llevar a nuestro país a un futuro mejor.
La oscuridad que vemos en materia internacional es evidente. El principio de la autodeterminación de los pueblos y el de las razones humanitarias se trastocaron y fueron manipulados cuando dejamos que nuestro país se convirtiera en un cuartel de actividades de campaña de Evo Morales y su grupo; este principio se les olvidó cuando EU les pidió que sacaran al propio refugiado sin hacerle siquiera una despedida parecida a la bienvenida que le dimos. Por si fuera poco, en Bolivia se involucró torpemente a España en un operativo fallido que terminó en un desastre diplomático en el que todos los involucrados perdieron.
Y la oscuridad continúa en materia económica, en el cumplimiento del estado de Derecho, en la inseguridad que estamos viviendo, en el debilitamiento de las instituciones promovido desde el poder, en el desprecio al ciudadano, del medio ambiente y al combate al cambio climático, en los servicios de salud que dejan a las familias con menos posibilidades que antes, aunque tengamos el mayor presupuesto de la historia moderna. En todos los temas hay obscuridad provocada por decisiones en la política.
Sí, desde la política nuestro país se hunde en la obscuridad. Hay obscuridad cuando se instala la mentira y se dice, por ejemplo, que un avión no puede volar en nuestro amplio territorio mexicano porque no tiene la capacidad de volar distancias cortas, o cuando se dice que hay menos violencia que antes, se miente cada vez que borran los datos e inventan otros fuera de todo rigor científico. Hay obscuridad cuando lo que mueve a la política es la venganza y los resentimientos. Invade la obscuridad cada vez que se descalifica con etiquetas y con desprecio a quienes piensan diferente al poder.
En medio de la oscuridad, tenemos que encontrar lo que debe guiarnos en nuestro compromiso indeclinable que tenemos como ciudadanos. Para que la luz de la verdad venza a la mentira; para que la luz de la justicia resplandezca sobre la venganza y para que la libertad apague la obscuridad que provoca la intolerancia. Nuestro proyecto de vida tiene que tener esas luces para nuestra patria, acompañados del compromiso ciudadano de seguirlas.
El camino lo estamos haciendo con alegría muchos ciudadanos y ciudadanas que amamos profundamente a nuestro país y a través de la construcción de México Libre estamos afirmando la convicción de que nuestra vida política debe ser guiada por las luces de la verdad, la justicia y la libertad.
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