La situación del pueblo cubano es grave porque hay una dictadura que ha empobrecido a un pueblo al que le dejaron sin libertad y al que le mienten como le mienten a todo el mundo.
El domingo 11 de julio de 2021 será recordado por las manifestaciones del pueblo cubano en más de 50 ciudades de la isla. La expresión fue un acto de libertad en contra de la dictadura cubana que —como toda dictadura— anula las libertades, que miente, reprime, somete y mata al pueblo. Michelle Bachelet pidió la liberación de los detenidos en Cuba por el ejercicio del derecho a la libertad de expresión, de opinión y de reunión política; detuvieron a todos los que pudieron y al mismo tiempo cerraron los juzgados para que no pudieran defenderse.
Las líneas que escribo obedecen a una elemental solidaridad con el pueblo de Cuba y reclaman la libertad en momentos en que materialmente parece que ya no hay nada que perder. No sabemos qué seguirá, ha sido una manifestación contra la dictadura de Cuba, pero también un grito de auxilio de parte del pueblo cubano para el mundo. En Cuba hay tres generaciones que no conocen otra cosa que no sea la dictadura, quizás en eso radique el que la memoria colectiva ya no pueda recordar un contexto de respeto de garantías. Como todas las barbaridades políticas, a la dictadura cubana no le han faltado sus técnicos, sus sociólogos y hasta sus teólogos. Sin embargo, no ha dejado ser una barbaridad y una tragedia.
Para mí es un enigma la manera tan timorata, tan anodina con la que nos hemos comportado los mexicanos frente a una dictadura que sabemos que anula la libertad y que ha empobrecido a un pueblo que, ahora como siempre, lo único que pide es libertad porque lo material tampoco lo tiene. Es sin duda la dictadura menos criticada de América Latina.
Un artículo, escrito por Cristian Campos, publicado en El Español, señala que la defensa de la dictadura por parte de la izquierda sólo ha sido una demostración de que la derecha ha ganado la batalla cultural. Pone como ejemplo los argumentos a los que recurre “la izquierda para defender la dictadura cubana”; de ahí que decir que “la culpa es del bloqueo” significa en realidad decir que un régimen 100% socialista depende del comercio con el capitalismo para su supervivencia, porque es incapaz de producir siquiera los bienes más básicos para la manutención de sus propios ciudadanos. O bien, decir que “la culpa es de Donald Trump” es una barbaridad porque es como decir que la culpa de que los cubanos no puedan votar, de que no tengan comida ni vacunas y de que sean apaleados por protestar contra el régimen que ha aplastado sus derechos durante 62 años es de un presidente estadounidense que ya no gobierna y que lo hizo durante sólo 48 meses de esos 62 años. La confusión —señala este autor— es enorme porque la visibilidad de quienes defienden la dictadura es mayor que la de los que la condenan, cuando la situación del pueblo cubano es grave precisamente porque hay una dictadura que ha empobrecido a un pueblo al que le dejaron sin libertad y al que le mienten como le mienten a todo el mundo.
Es el momento de ser claros. Se reprueban las dictaduras, no importa de qué signo sean, se rechazan porque violentan la dignidad de las personas y anulan la libertad.
Vámonos poniendo claramente del lado del pueblo cubano, porque es ponerse del lado de la libertad y de la defensa de la justicia. Mi solidaridad con los valientes luchadores de la libertad en Cuba que, desde su tierra o desde el exilio, exigen libertad. Nombro especialmente a Rosa María Payá, quien honra a su padre y a su patria con su perseverante lucha por la libertad. Con ella también a Yoani Sánchez, Franco Alvero, Eduardo Clavel y a miles de jóvenes que dan su rostro y su nombre para ser identificados en este enfrentamiento a Goliat.
Condenar la dictadura cubana no es de conservadores, es de personas solidarias con un pueblo hermano y es la defensa de la libertad como un valor fundamental para el respeto de los otros derechos y la existencia de los bienes más elementales.
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