Para Quiti Arronte, patriota.
En la Cámara de Diputados se sigue reformando la Constitución. No importan los errores ni las contradicciones, con todo y que aquellos y éstas se identifiquen o no, las reformas se aprueban y punto. La semana pasada decidieron meter en el mismo paquete la prohibición del fentanilo y la de “los vapeadores”. Para empezar, es increíble que se nombre en la Constitución a los vapeadores. Imagínese que la ley fundamental nombrara a los cigarros, las botellas de vino blanco o los refrescos de manzana; sería ridículo.
Además, equiparar en una misma discusión el fentanilo con los vapeadores es absolutamente desproporcionado por el daño que significa uno y otro, en sus respectivos ámbitos. En lugar de separar el dictamen, para que estos temas pudieran discutirse hasta en días distintos, Morena decidió penalizar el fentanilo para que el crimen organizado no pueda comerciarlo y, al mismo tiempo, prohibir constitucionalmente los vapeadores y así fortalecer un negocio de tráfico que no tenía ningún sentido abrir en primer lugar.
La semana que empieza iniciamos con la discusión de las reformas a la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, así como el dictamen de la Ley de la Carrera Judicial que es prácticamente anulada, así como las reformas a la Ley de Responsabilidad Administrativa. Ni un mes de estudio merecieron tales iniciativas y, sin embargo, obedientemente fueron aprobadas por el Senado. Con Morena la cámara revisora no tiene tal carácter, más bien es la cámara ratificadora.
Y en esta misma semana aprobaremos el Presupuesto de Egresos de la Federación. Sé muy bien que no es noticia ni llama la atención el que la oposición presente una propuesta de presupuesto alternativo, pero advierto en el grupo parlamentario del PAN un buen esfuerzo para presentar una propuesta en la que se tomen en cuenta las verdaderas necesidades. En las siguientes líneas comentaré algo de esta buena propuesta de presupuesto alternativo.
Morena propone, por ejemplo, reducir a la salud cerca de 30 mil millones de pesos; a seguridad también le reduce el presupuesto: 36 mil millones, y en educación ha resuelto recortar más de 5 mil millones de pesos en todas las universidades.
Frente a esas reducciones la propuesta de la oposición eleva el presupuesto de seguridad en 42 mil millones; y para salud presenta la posibilidad de destinar 211 mil millones más de pesos para fortalecer un seguro universal, el programa de vacunas, medicamentos suficientes y el tratamiento para cáncer, salud mental y otras enfermedades. Se propone, por ejemplo, 13 mil millones para que podamos volver a las Estancias Infantiles y fortalecer la infraestructura de las escuelas, así como un fondo para beneficiar a las madres buscadoras.
Estamos seguros de que puede haber más dinero para el campo, para el mantenimiento de carreteras, para el apoyo a micro y pequeñas empresas, para el apoyo al deporte masivo, el de alto rendimiento y para los centros deportivos para personas con discapacidad. Además, los indígenas requieren menos palabras y más presupuesto.
Insistimos que puede haber dinero para crear un fondo de apoyo a migrantes y refugiados. Que se cuide el medio ambiente al redireccionar más presupuesto para el tratamiento de aguas, así como para la protección forestal. Y advertimos que el fondo de Desastres Naturales debiera existir y tiene como mínimo una reserva de 12 mil millones de pesos para un país como el nuestro.
El presupuesto es un acto de justicia distributiva. Somos todos los mexicanos quienes tenemos el derecho a un presupuesto que construya el bien común y que no prevalezcan en él los intereses de las próximas elecciones.
Sirvan estas últimas líneas para recordar con cariño y gratitud a María de los Ángeles Arronte, nuestra querida “Quiti”, a quien siempre reconoceremos como una mujer entera y de mucho temple, hermosa por dentro y por fuera, admiramos su generosa alegría, así como su empeño por la perfección que nos benefició a quienes la rodeamos; le doy las gracias por su amor a México, que fue la razón por la que nos encontramos en la vida, luchando, como lo hicieran sus padres, por la democracia.
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