Entre lecturas y desafíos

El domingo terminamos la semana más importante en el mundo de la cristiandad. La conocemos como la Semana Santa. Un buen número de mexicanos vivimos con intensidad estos días en donde se hace presente la apuesta por la vida y la esperanza. Cada lectura que hemos leído debe reforzar un cambio o un esfuerzo mayor por dar otra perspectiva a la lectura de la vida diaria y de nuestra propia misión.

Las lecturas tienen mucho significado en términos de fe, sin duda; pero también lo tienen en sentido social y político. En términos religiosos, no tendría sentido ningún pasaje bíblico si no va a traducirse, al menos, en una mirada hacia el otro o hacia los otros, especialmente, a los más necesitados. Además, es natural que distintos pasajes nos sirvan para darle una dimensión distinta a lo que nos pasa y a distintos acontecimientos contemporáneos de nuestro México.

Por ejemplo: es natural que escuchar el relato de la pasión de Cristo nos lleve a recordar la peligrosa normalización de los procesos indebidos e injustos que vivimos todos los días en nuestro país. Es muy posible que, si alguna vez, sentimos profundamente la soledad, nos conmueva singularmente la narración de la oración del huerto Getsemaní y nos obligue a ser más solidarios con quien vive en soledad, sobre todo la ocasionada por la sociedad o por el gobierno. El Viernes Santo, en la que se narra el dolor de las mujeres, entre ellas una madre; nos remite al dolor que puedan estar sintiendo las madres o las familias buscadoras. Es normal que frente a la flagelación y el maltrato que cae sobre Jesús, uno recuerde el dolor de quienes nos acompañan en la vida y la importancia de actuar en favor de quienes sufren injusticias y hasta dolores físicos. Digo lo anterior porque son muchos los ejemplos que nos demuestran que la fe sin obras no tiene ningún sentido.

Oigo la narración de la Resurrección y me es inevitable mirar a las familias buscadoras, que piden y exigen certezas de su ser querido que está desaparecido (un hijo, un padre, una hermana, una mamá). En unos días, el Congreso de la Unión, empezando por el Senado, estará discutiendo las reformas a la Ley General en materia de Desaparición Forzada de Personas, Desaparición cometidas por particulares y del Sistema Nacional de Búsqueda de Personas.

Afortunadamente, la discusión de estas iniciativas se detuvo para que las organizaciones de madres y familias buscadoras participaran en un diálogo con el gobierno a través de su Secretaría de Gobernación. Me parece que, en algún momento, las debió recibir la presidenta de México, pero no me parece asunto menor el que, después del sexenio de AMLO, se haya decidido dar un espacio a las víctimas aunque sea sólo a través de la Secretaría de Gobernación.

Los diálogos tienen resultados porque ya hay ideas concretas. Es increíble que hasta el séptimo año de gobierno de un partido (Morena) se le esté dando espacio a las víctimas. No me extraña que así haya sucedido porque siempre negaron el hecho. Es más, el Plan Nacional de Desarrollo 2024-2030 hace mención, sólo mención, de la palabra “desaparecidos” en dos ocasiones, uno para referirse a las víctimas de “Ayotzinapa” y otra al nombre de la Comisión Nacional que se encarga de ese tema desde el gobierno. Parece que lo importante fue resaltar que en los últimos siete años no ha pasado nada.

Así, las demandas de las familias no son más que denuncias acerca de lo que el Estado Mexicano debió haber realizado desde hace tiempo no sólo para cumplir la ley, sino también por un sentido elemental de eficacia y responsabilidad de Estado. Por ejemplo: registro de fosas, datos ciertos de todas las fiscalías, seguridad a quienes están trabajando en la búsqueda de personas, reconocimiento al trabajo de las organizaciones, fortalecimiento de las fiscalías estatales, protocolos especiales para niñas, niños y adolescentes; capacitación adecuada a funcionarios públicos y muchas más que no dejan duda del abandono en el que estos colectivos estaban.

Las iniciativas podrán ser discutidas, según me dicen, para el mes de junio. Después de las elecciones al Poder Judicial que también nos está llenando de dilemas que pronto tendremos que resolver.

Espero que este tema nos una y no nos divida, nos regrese la esperanza sobre todo a quienes la han perdido.

Te puede interesar: El poder y la Pascua

* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

@yoinfluyo

Facebook: Yo Influyo

comentarios@yoinfluyo.com

Compartir

Lo más visto

También te puede interesar

No hemos podido validar su suscripción.
Se ha realizado su suscripción.

Newsletter

Suscríbase a nuestra newsletter para recibir nuestras novedades.