Que, al discutir el presupuesto, se le haya negado dinero al pueblo de Acapulco es una vergüenza. Y cómo no lo va a ser si las autoridades federales, estatales y municipales -todas de Morena- no han podido nunca estar a la altura de los mexicanos más necesitados que, hoy por hoy, son los acapulqueños y guerrerenses, víctimas de un huracán categoría 5 y de gobiernos morenistas.
México es la décimo segunda economía más grande del mundo y, hoy, una de sus ciudades más emblemáticas está destruida. Somos la décimo segunda economía del mundo, las autoridades presumen que la calificadora Moody’s elevó sus expectativas de crecimiento para México y, sin embargo, éste es el gobierno que no pudo llevar agua potable, alimento, refugio ni atención médica a un millón de habitantes.
Las y los diputados oficialistas de Morena no permitieron que se destinara un solo peso a Acapulco a pesar de que sí había dinero. Es decir, si hay CERO pesos para Acapulco no es por falta de recursos sino por falta de decencia, de sensibilidad y de integridad en las diputadas y diputados de Morena.
Recursos había de sobra, estamos hablando de un presupuesto de nueve billones de pesos que incluye la contratación indebida de una deuda pública para este año de dos billones de pesos y, aun así, no quisieron dar un peso para atender la emergencia de Acapulco. Le quitaron dinero al Tribunal Electoral y al Instituto Nacional Electoral, justo cuando hay un proceso electoral, le quitaron recursos otra vez a los órganos constitucionales autónomos y, por si fuera poco, también al Poder Judicial Federal. Y aun así no asignaron nada para Acapulco. Eso sí, guardaron dinero para la compra de votos y sobrepresupuestaron los caprichos del presidente.
Al final utilizaron una trampa para tratar de salir del paso, trampa que radica en el uso del dinero de los fideicomisos del Poder Judicial. Y digo que es una trampa porque, al haber sido inconstitucional la reforma que ordena la extinción de dichos fideicomisos, el acto ha sido suspendido y, en consecuencia, no pueden ser tocados por el momento; además de que todos sabemos que se trata de dinero de los trabajadores. El sólo proceso puede llevar más de un año. Y por si fuera poco a las tres horas de haber decidido todo apareció en el Diario Oficial de la Federación el decreto donde se levantó la emergencia en los municipios de Acapulco y de Coyuca de Benítez. Guerrero sólo tiene a los ciudadanos de buena voluntad y a los propios guerrerenses que, espero, abran los ojos.
Acapulco nos debe hacer despertar a todos. Como sucedió con la diputada Selene Ávila, a quien le escuchamos uno de los discursos más conmovedores y dignos que me ha tocado oír y quien dijo: “…que Guerrero se entere que, desde el poder legislativo, Morena, la bancada en la que he creído y militado, traicionó a los que se han quedado sin nada, a los muertos, que ellos mismos nos frenaron, que el anhelo de justicia social es una simulación. Y si me cuesta el cargo, se los entrego, pero la dignidad jamás”.
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