Desequilibrio y desorden

Ni el aplastamiento en la Cámara de Diputados, ni la manera de obtener dos o más votos en la Cámara de Senadores para así conseguir la mayoría oficialista tienen comparación en la historia moderna de nuestro México. Primero fue la reforma judicial y la manera en que se votó. Ahora, en esta semana, fueron las reformas al artículo 2 constitucional, en materia indígena, así como las reformas en materia de la Guardia Nacional, que es un paquete que comprende doce artículos constitucionales a reformarse, los más complicados son los artículos 13, 16, 21 y 129. Pueden reformar la Constitución, gracias al Tribunal Electoral porque el pueblo no dio los votos suficientes para tener la mayoría calificada.

En cuanto a la reforma judicial, claramente tendremos un desequilibrio al anular la independencia judicial porque, con ello, se elimina la carrera judicial, que es esencial para un sistema democrático y para la división de poderes. Tendremos además un desorden inmediato en términos de impartición de justicia, consecuencia del despido masivo de miles de trabajadores del poder judicial. Además de que la propia reforma ocasiona un desequilibrio en los más pobres porque son precisamente éstos quienes no tendrán el beneficio de los efectos generales de las resoluciones de amparo en caso de inconstitucionalidad de leyes.

Hoy lunes 23 de septiembre, el Senado de la Republica aprobará la reforma llamada de los Pueblos Indígenas, con la que genera un enorme desequilibrio en el propio Derecho Indígena al eliminar la posibilidad de alegar usos y costumbres en los asuntos de su vida diaria. Esto es un desequilibrio en términos del federalismo porque los estados ya no tienen cómo opinar sobre sus pueblos indígenas (que son tan distintos unos de otros) todo ello porque la reforma les quita la facultad legislativa en esa materia. Por si fuera poco, la reforma debilita también a los indígenas, al considerar que sólo los colectivos sujetos de derecho público pueden impugnar los derechos por la vía jurisdiccional. De un plumazo les quitaron el ejercicio y la defensa vía el juicio de amparo a los indígenas de manera individual.

Por otro lado, el criterio para las reformas sobre la Guardia Nacional es el mismo: aglutinar el poder, establecer un desequilibrio perverso de poderes y desordenar atribuciones del Estado.

Max Scheler define al Estado como una entidad que ostenta el monopolio de la violencia legítima y los medios de coacción. Estoy convencida de que tanto el monopolio de este poder como el de la fuerza pública requiere de contrapesos que la actual reforma elimina al desequilibrar internamente las fuerzas armadas y debilitar a las policías. Así, la Guardia Nacional acabará por desparecer al Ejército Mexicano porque se convertirá en la fuerza principal de los militares, peleará con el Ministerio Público y con las policías porque se le concedió la facultad de investigar los delitos. Todo ello rompe el equilibrio con la Marina, la Fuerza Aérea y las policías porque terminó por excluirlos de la Guardia Nacional. A última hora llegó una reserva ꟷla única que se hizoꟷ en el que quitaba el “origen marino” de la Guardia Nacional. Es decir, por ningún motivo un marino podrá ser parte de la Guardia Nacional. Esta decisión desproporcionada es, además, contraria a la consolidación de las Fuerzas Armadas y al necesario equilibrio de las fuerzas públicas.

Seguramente estas dos reformas serán aprobadas por el Senado porque ya lograron con extorsiones, amenazas, ventas de impunidad y mentiras los votos suficientes. Son muchos porque, como dije antes, así lo decidió un pequeño grupo de magistrados del Tribunal Electoral, a los que les prometieron ser ministros de la Corte y porque, perversamente, aprovecharon la debilidad humana de un par de senadores desesperados y, en consecuencia, se hicieron de sus votos.

Desequilibrio y desorden es la ruta tomada. Desequilibrio y desorden en las finanzas públicas, en los servicios de educación y salud; desequilibrio y desorden en la seguridad pública y en las Fuerzas Armadas; desequilibrio y desorden en la administración de justicia.

Desequilibrio y desorden es lo que hereda la próxima Presidenta de la República.

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