El pasado miércoles entró al estado de Guerrero el huracán Otis con categoría 5. Como puerta de entrada escogió Acapulco: lugar emblemático de nuestro país y punto de referencia internacional. Todo lo destruyó, pero también desenmascaró la desintegración social y política que ocasiona el crimen organizado y la falta de autoridad. Antes de seguir, expreso mi solidaridad con quienes han perdido a sus seres queridos y con quienes perdieron sus bienes materiales indispensables para una vida digna.
El huracán se sumó a la ya evidente tragedia política que arrasaba Guerrero. Se volvió evidente en la falta de liderazgo, la ausencia de información, la falta de comunicación, los pocos canales sociales establecidos y la nula preparación del gobierno para enfrentar el desafío que había puesto la naturaleza.
Una política deficiente multiplica los daños que sufre un pueblo. Seguramente sí hubo alguien de la Marina o civiles que advirtieron que e iba a convertir en categoría 5, como se había anunciado en la Agencia Internacional con sede en Miami. Los mandos superiores lo supieron y no avisaron. Pasado el huracán, siguió el silencio y la ausencia de autoridad; se hizo evidente el dolor y la pérdida. Un pueblo incomunicado y descontrolado frente a la desgracia en todos los sentidos.
Sufrimos el peor huracán con el peor gobierno. Mientras los más fuertes de cada familia salían a buscar ayuda, a comunicarse con parientes, el gobierno permanecía en silencio y cuando apareció lo hizo de la peor manera posible, porque en lugar de convocar a la unidad de los mexicanos, el presidente irrumpió con insultos, ofensas, restricciones, amenazas, polarizando aún más los ánimos. Reconozco que me llené de tristeza al escuchar el mensaje del presidente de nuestro país.
México vale mucho más. Por eso me quedo con el mensaje de Xóchitl Gálvez, quien llamó claramente a la unidad y señaló las prioridades. Se refirió a la necesidad de suministro de energía, de la necesidad de la instalación de plantas potabilizadoras, del apoyo a los centros de acopio y de distribución de víveres y convocó a la autoridad a recurrir a un Plan de Salud por las enfermedades e infecciones que se puedan ocasionar.
Sé del buen trabajo del Ejército y de la Marina que tienen que cargar con las contraórdenes del presidente a través de sus mensajes en la mañanera. Lo cierto es que no se trata de las autoridades y sus omisiones, o de las pésimas decisiones que ahora se vuelven evidentes, como la cancelación del Fonden; eso es materia de otras discusiones y reflexiones que sí debemos enfrentar y con las que habremos de actuar consecuentemente. Sin embargo, ahora se trata de organizarnos a través de las asociaciones ya establecidas y que ya tienen una red de distribución; se trata de la reconstrucción de uno de los lugares más hermosos que existe. Y si queremos, podremos estar frente a la oportunidad de hacer una reconstrucción en todos los términos.
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