Su justificación es ideológica, aplaudida por radicales de izquierda, dentro y fuera del gobierno, pero dañinas para la economía.
López Obrador recibió un gobierno plagado de corrupción, con una enorme deuda externa y un déficit fiscal difícil de cubrir, pero en lugar de atacar de raíz esos problemas los dejó crecer y creó innecesariamente otros nuevos.
El caso del aeropuerto es un ejemplo. Si hubiera dejado que lo construyeran los particulares en Texcoco, como él lo manifestó cuando era presidente electo, su administración se hubiera ahorrado miles de millones de pesos, pero no, mal aconsejado, frenó y abandonó la construcción del aeropuerto en Texcoco e inició otro en Santa Lucía. Si sumamos lo gastado en Texcoco hasta la fecha de su abandono, los costos para cubrir incumplimientos de contratos, deudas contraídas y lo que costará Santa Lucía representan gastos innecesarios de miles de millones de pesos y de dólares, que presionan déficit y deuda pública.
Un caso parecido se da con la construcción de la refinería en Dos Bocas, que especialistas, entre ellos los técnicos del Instituto Mexicano del Petróleo, calificaron de inviable y con una expectativa de pérdidas durante por lo menos 20 años.
El cierre a la inversión privada en el sector petrolero y eléctrico, por cuestiones ideológicas, implica que el gobierno deje de recibir millones de pesos y de dólares. La ya pésima administración de Pemex y CFE que heredó ha empeorado. Los subsidios a esas empresas se sitúan actualmente a niveles récord en la historia de México.
El freno arbitrario de la construcción de empresas, como el caso de una cervecería en Mexicali, generó a nivel internacional desconfianza para invertir en México, lo que se tradujo en millones de dólares que dejaron de ingresar al país. La iniciativa presidencial sobre la subcontratación, outsourcing, que aumenta costos, requisitos, sanciones, le quita deducibilidad y la criminaliza, reducirá inversión y atractivo para abrir maquiladoras, que son outsourcing. De aprobarse esa iniciativa ahondará la recesión y el desempleo.
Ninguna de las acciones descritas es necesaria ni rentable para el fisco. Su justificación es ideológica, aplaudida por radicales de izquierda, dentro y fuera del gobierno, pero dañinas para la economía.
Había salidas a los problemas heredados, los que empeoraron por decisiones erróneas e innecesarias del actual gobierno.
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