Extorsión y expropiación disfrazada por CFE

Una de las finalidades de extorsionar a los generadores de energía limpia es obligarlos a que les vendan sus plantas en cualquier cantidad.


Sector energético


Uno de los colaboradores más astutos, que ayudó a la campaña del ahora presidente López Obrador, es el expriista Manuel Bartlett, a quien nombró director de la CFE, donde obtiene un sueldo mayor al del presidente de la República.

Bartlett recibió una CFE técnicamente quebrada, que en 2019 empeoró su situación y en 2020 todavía más. De 10.2 mil millones de transferencias (subsidios) del gobierno en 2019, dinero de los impuestos, que requirió para completar sus gastos, en 2020 le presupuestaron 34.3 mil millones, 236 por ciento más. No obstante, aumentaron sus pérdidas en el primer trimestre un 858 por ciento.

Ante el ineficiente manejo, Bartlett le vendió al presidente la idea de que las pérdidas de la CFE se deben a los generadores de energía eléctrica del sector privado: gas, energía eólica y solar, quienes, según él, firmaron contratos leoninos con CFE.

También se arropó en el demagógico argumento de que es necesario recuperar la ‘soberanía del Estado’ sobre la generación de electricidad, que significa regresar al monopolio estatal eléctrico que tuvo el PRI el siglo pasado.

Para ello, primero, culpan a las empresas privadas de contratos ventajosos y de sus pérdidas; segundo, les dificultan usar sus ductos, que tienen una capacidad desocupada de 50 por ciento, y tercero, aumentan en más de 700 por ciento el costo del uso de sus ductos a los productores particulares. Una de las finalidades de extorsionar a los generadores de energía limpia es obligarlos a que les vendan sus plantas en cualquier cantidad. Para ello crearon un fideicomiso, de los que dijo el presidente deben desaparecer, para acumular supuestas ganancias futuras, y de ahí teóricamente pagarles a los particulares por la compra de sus plantas que, con los altos precios por uso de ductos y obstáculos legaloides, no les queda otro camino que venderlas a la CFE. Es una forma muy burda de expropiación disfrazada.

La Cofece dejó claro que las plantas privadas generan energía limpia a menores precios que la CFE, por ello, primero las presionan, las sacan del mercado y luego no les dejan más camino que venderlas a CFE a precios de ganga, pues sin lo que ellas producen, escasearía la electricidad.

Esas argucias, claras para los inversionistas nacionales y extranjeros, reducirán la inversión, el crecimiento y la creación de empleos en 2020 y 2021, y agravarán la caída del PIB provocada por el COVID-19.

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