Concesión limita libertad de expresión en radio y tv

La libertad de expresión es un derecho que esconde muchas cosas detrás y con medios de comunicación como los que tiene México es algo burdo decir que es un derecho de todos los mexicanos.



Una de las primeras medidas que tomaron los socialistas al llegar al poder en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas fue terminar con la libertad de expresión, mediante la expropiación de “todos los recursos técnicos y materiales necesarios para la publicación de periódicos, libros y otras publicaciones de imprenta…”. Capítulo V, inciso 14 de la Constitución de la URSS, que entró en vigor en 1918, hace 100 años. En Venezuela el gobierno socialista clausuró y expropió periódicos, radiodifusoras y televisoras. Los socialistas defienden la libertad de expresión cuando son oposición y la suprimen o limitan cuando se convierten en gobierno.

En México durante el siglo XX los gobiernos neo-socialistas controlaron los periódicos mediante el monopolio del papel de periódico a través de la empresa estatal Productora e Importadora de Papel S.A. (PIPSA), que era la única que podía importar papel periódico, y se lo negaba o cobraba caro al periódico o revista que criticara al Presidente reiteradamente.

A la radio y televisión las controla al considerar las señales transmitidas por el aire como propiedad del Estado. En Estados Unidos las estaciones de radio y televisión requieren solo de un permiso o autorización para operar legalmente, como cualquier empresa, y no pueden clausurarlas o expropiarlas por supuestas violaciones a un título temporal de concesión que expide arbitrariamente la administración en turno.

Las recientes prórrogas a los títulos de concesión a Televisa y TvAzteca dan un respiro a los concesionarios por 20 años, pero implican que no tienen la propiedad integral de esos medios. No hay una completa libertad de expresión en los medios masivos electrónicos de comunicación, cuando su sobrevivencia depende de una concesión que se le otorga o retira a voluntad del gobernante en turno.

Si queremos una completa libertad de expresión, que tiene su principal base en la propiedad privada de los medios de comunicación, no en una propiedad concesionada, hay que cambiar el término concesión por el de permiso o autorización para la radio y la TV. El término concesión implica la propiedad originaria del Estado de la radio y la TV. Hay que desmantelar los controles a la libertad de expresión y superar entornos de censura, que como en la URSS y en los gobernantes absolutistas, que se creen dueños de todo: concesionan y les quitan tierras, fábricas o derechos a comerciar a quienes les conviene.

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