Las estrategias para erradicar la corrupción por parte de AMLO son similares a las del antiguo PRI.
El presidente López Obrador le entró a lidiar al toro de la corrupción, y aunque algunos de sus pases no han sido los más adecuados, reconocemos que se ha esforzado para cumplir con su promesa de acabar con ese cáncer social. Sin embargo, nos preocupa que, para sumar votos durante su campaña, sus operadores políticos hicieron pactos con mafias a cambio de aplicar políticas que les faciliten nuevamente el seguir controlando miles de millones de pesos del presupuesto.
Los precios de garantía, aplicados por gobiernos priistas hace varias décadas, tuvieron como únicos beneficiarios a líderes campesinos e intermediarios, que manipulaban los subsidios, quienes a cambio fortalecían el llamado “voto verde” del PRI, que constituía su mayor fuerza en el Congreso.
Esa mafia de líderes agrarios, que explotan y chantajean a campesinos, le garantizó miles de votos a MORENA a cambio de volver a poner vigentes los precios de garantía, los que representaron para muchas centrales y grupos de “campesinos” el control de recursos millonarios en los años 70.
La derogación de la reforma educativa también se presume fue un compromiso con una mafia de líderes sindicales del sector educativo, que controlaban plazas y nóminas, y con ese poder chantajeaban a miles de maestros, a quienes obligaban a ir a mítines en lugar de impartir clases. Los líderes mafiosos parece que le garantizaron el voto de los maestros afiliados a su sindicato, y MORENA a cambio, se comprometió a derogar una reforma educativa que les quitó poder, el manejo de millones y los obligó a presentar exámenes, para que las plazas fueran para el más preparado y no para quien designaran los líderes del sindicato, por afinidad ideológica o compra de la plaza.
En cuanto al otorgamiento de una curul plurinominal de senador a un líder de un sindicato minero, para darle fuero contra acusaciones en su contra, presuntamente fue a cambio de otorgar a MORENA el voto de miles de afiliados.
Ese intercambio de “favores” es una vieja estrategia priista: dar beneficios a sindicatos corruptos mediante leyes y contratos a cambio de votos. La estrategia corporativista, fascista, significa retroceder a un pasado que López Obrador prometió abandonar.
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