Según los investigadores Lyman y Varin, de la Universidad de California, en tres años se creó más información que en toda la historia anterior de la humanidad, con incrementos anuales del 30%. Es como si estuviéramos en una habitación con muchas rendijas por las que se cuela información: internet, mails, redes sociales, entre otras muchas.
A diario recibimos una cascada informativa, imposible de digerir, lo que puede frustrarnos y provocarnos la sensación de que no podemos ponernos al día de ningún tema.
De aquí surge el llamado Síndrome de fatiga informativa, el cual es una enfermedad psíquica que se produce por el exceso de información. Los afectados desarrollan un cansancio profundo, y a la vez una incapacidad de desconectarse por temor a perderse de algo.
Este síndrome se da en personas que tienden a manejar grandes cantidades de información procedente de libros, revistas, periódicos, correos electrónicos, celulares, y sobre todo redes sociales.
Los síntomas más destacados son: estrés, ansiedad, confusión, superficialidad y falta de atención, además de daños en las relaciones personales.
Durante siglos hemos asociado más información con más libertad, pero no por tener más datos, nos sentimos más libres o satisfechos. La información es necesaria en la vida moderna, nos ayuda a tomar buenas decisiones, pero el problema surge cuando sobrepasamos el umbral de aquella que somos incapaces de asimilar y procesar, lo que nos lleva frecuentemente a empeorar nuestra capacidad analítica, nos conduce a tomar decisiones erróneas y como ya comentamos aparece una enorme ansiedad.
La información, para convertirse en conocimiento, necesita reflexión; compararla e integrarla con lo que ya sabemos. No solo debemos procesar lo leído a nivel consciente, sino también inconsciente.
¿Qué hacer entonces? Ser selectivos, no podemos estar informados de todo y en profundidad. Tienes que ser muy consciente de tus áreas de interés. Cuando busques información tener muy claro cuáles son tus objetivos, tus temas, y dirigir tu atención hacia ellos.
Evita a toda costa el síndrome de fatiga informativa, y mejor aprovecha tu tiempo, aprende sobre lo que te interesa, disfruta cada momento de tu día, y, sobre todo, mejora tus relaciones personales con tus seres queridos.
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