Para mantener relaciones saludables, es necesario solicitar ayuda con claridad, dignidad y abiertos al diálogo.
Pedir no es un signo de debilidad, ni tampoco los demás tienen que adivinar lo que necesitamos. Solicitar apoyo a alguien significa decirle lo importante que es para nosotros. Entonces ¿por qué nos cuesta tanto trabajo pedir ayuda?
Hay muchas personas que tienen dificultad en demandar algo, les es más fácil ofrecer que pedir. ¿Eres una de ellas?
Antes de insinuar y solicitar algo, escuchamos a los demás. Antes de solicitar tiempo para nosotros, dedicamos tiempo a otros. Antes de pedir lo que nos conviene, intentamos satisfacer al otro; y si no, nos sentimos culpables. Y terminamos realizando actividades que no queríamos o que nos son importantes.
La actitud de excesiva responsabilidad puede esconder un miedo al que la relación se vea afectada, a sentirnos rechazados: con nuestro cónyuge, hijos, amigos y nietos. Como consecuencia, llevamos una sobrecarga de trabajo, nos sentimos víctimas de la situación y empiezan los resentimientos.
O bien, tenemos la expectativa de que la otra persona adivine lo que queremos, y se lo pedimos de forma encubierta o imprecisa, las famosas “indirectas”. No entiende nuestras demandas, y cuando no se cumplen, nos sentimos frustrados en la relación y surgen los reproches.
Es más normal solicitar ayuda cuando nos sentimos vulnerables o enfermos, y es entonces cuando damos la oportunidad a otras personas para que se acerquen a nosotros y nos acompañen. ¡Qué grave error! ¿Por qué no lo hacemos en circunstancias normales?
Pedir es un derecho que tenemos como seres humanos. No se trata de hacerlo como víctimas, sino desde nuestro autorespeto, sabiendo que nos lo merecemos.
Pedir es un acto de humildad. Es reconocer nuestra fragilidad y no sentirnos mal por ello. No somos más débiles por hacerlo, sino todo lo contrario, cuando uno manifiesta lo que necesita y lo reclama en voz alta, es un acto de valentía. Debemos atrevernos a decir que no y a decir que sí con asertividad.
Ahora bien, es importante la forma en que realizamos nuestra solicitud de ayuda, de ella dependerá que tan bien recibida es.
El autor Joan Quintana define nueve patrones de pedir:
– El que pide cuando lo necesita, de forma clara y sin complejos.
– El que lo hace sin manifestarlo, mantiene expectativas y espera que otros le ofrezcan lo que necesita.
– Le cuesta solicitar ayuda, realiza las tareas porque lo hace más rápido y se sobrecarga de trabajo.
– Seduce y es muy convincente cuando tiene que demandar algo, de forma que al otro le es difícil decir que no.
– Todo lo que reclama es urgente, lo hace de forma compulsiva y sin criterio ni prioridades claras.
– Sus requerimientos se transforman en ruego, obliga al otro a decir que sí.
– Cuando pide, impone; sus peticiones son como órdenes.
– Reclama cuando no ha expresado de forma clara lo que quiere. Reclamar es volver a pedir.
– Cuando sólo pide para demostrar que el otro no es capaz.
Para mantener relaciones saludables, es necesario solicitar ayuda con claridad, dignidad y abiertos al diálogo. Recuerda: el pedir no es un signo de debilidad, sino de saberse importante como persona.
Te puede interesar: La tecnología en nuestra vida diaria
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com