¿Sabías que el ser humano es una de las especies más adaptables del planeta? ¿Que las circunstancias a las cuales nos enfrentamos en la vida representan sólo un 10%? El resto es lo que hacemos con ellas.
Para un ser humano la capacidad de adaptación tiene mucho que ver con la flexibilidad y la empatía.
Aquel capaz de trasladarse, de forma sincera y efectiva, a la realidad del otro, tiene asegurado el triunfo en cualquier ámbito, sea laboral, creativo, familiar o sentimental.
Walter Riso, psicólogo, define el arte de la flexibilidad como “una virtud que define un estilo de vida y permite a las personas adaptarse mejor a las presiones del medio”.
Una mente abierta tiene más probabilidades de generar cambios constructivos que redunden en una mejor calidad de vida y en la capacidad de afrontar situaciones difíciles. Una mentalidad rígida no solo es más propensa a todo tipo de trastornos psicológicos y emocionales, sino que además afectará negativamente al entorno en el que se mueve”.
Por lo tanto, adaptación es ser flexible, tener la mente abierta, ver que existen otras posibilidades distintas a las que hasta ahora se habían visto. Es estar dispuesto a realizar los cambios necesarios en determinadas situaciones.
No significa que se deba negociar con los principios y valores que tenemos. Es un proceso por el cual escuchamos de verdad al otro, nos abrimos a otro punto de vista y confrontamos esa información con la nuestra.
Tener la capacidad de adaptación. Es estar atento a las ideas nuevas, alternativas, ver otras opciones, evaluando de vez en cuando lo pasado o ya conocido.
Es aceptar que determinadas estrategias no han dado resultados y probar otras nuevas.
Te invito a pensar que tan flexible eres, si actúas de la siguiente manera:
-Pensando que es posible cambiar
-Estás dispuesto a aprender cosas nuevas
-Evitas la terquedad
-Reconoces cuando estás equivocado en alguna idea
-Logras adaptarte cuando sucede algo inesperado
-Estás predispuesto al cambio que sea mejorar
-Estás dispuesto a correr riesgos
-Tienes iniciativa
El saberse adaptar proporciona felicidad porque se evita la rutina y el estancamiento; te lleva a un crecimiento y aprendizaje; es más fácil afrontar situaciones nuevas.
Aceptas las cosas que no puedes cambiar; encuentras soluciones nuevas a viejos problemas; evitar cometer los mismos errores y ¿por qué no? Disfrutas las sorpresas.
Hay dos maneras de interactuar positivamente con el cambio. Una de ellas es estar atento a lo que sucede y sumarse a la corriente. La otra más difícil, pero más gratificante, es convertirnos en agentes de cambio.
¿Cuál prefieres? ¿Y cuál realmente vives?
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