¿Sabías que un ataque de ira de cinco minutos puede comprometer tu sistema inmunológico por hasta cinco horas?
El perder el control no afecta únicamente nuestras relaciones, sino que afecta severamente nuestra salud. Aumenta la producción de sustancias químicas como la adrenalina, lo que altera el equilibrio natural del cuerpo; se desequilibra el sistema inmunológico; se provocan contracturas, dolores musculares y jaquecas; se acelera la respiración, provocando que el corazón bombee con más intensidad.
Sabemos que la ira, la rabia, el enojo son sentimientos inherentes al ser humano, pero se caracterizan por una serie de reacciones complejas en las que se ponen de manifiesto respuestas cognitiva, conductual y corporal.
La respuesta corporal viene dada por una activación del cuerpo, que se prepara para la defensa ante lo que consideramos un ataque o agresión. Surge el riesgo de padecer enfermedades:
- La ira aumenta la activación del sistema simpático, encargado de liberar unas hormonas relacionadas con el estrés; se afecta directamente el sistema cardiovascular: se eleva la frecuencia cardíaca, la tensión arterial y se aumenta la probabilidad de que se formen trombos o se produzca un infarto al miocardio.
- El esfuerzo que realiza nuestro cuerpo cuando se desata esta emoción es muy elevado, se produce un aumento en la tensión muscular y la secreción de adrenalina, por lo que se elevan los niveles de energía y aparece el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, ictus cerebrales.
Seamos conscientes o no, los efectos negativos que nos genera la ira en el cuerpo se manifiestan tarde o temprano, y estos nos pueden llevar a sentir estrés, ansiedad y hasta depresión, modificando nuestro estado de ánimo y amenazando seriamente nuestro bienestar tanto físico como mental.
El sistema digestivo también se ve afectado, se produce la sensación de nudo o vacío en el estómago o diversos problemas digestivos.
La ira juega un papel fundamental en los procesos de inflamación de nuestros órganos, y si se vuelve crónica, corremos el riesgo de desarrollar diferentes enfermedades.
Afecta nuestro sistema inmunológico, aumenta los niveles de grasa en el organismo, y puede producir modificaciones en la percepción del dolor.
¿Vale la pena controlar la ira y el enojo? La respuesta sin duda alguna es SÍ. ¿Tú lo haces?
¿Cuál es tu opinión?
Te puede interesar: Envejecer es dejar de moverse
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com
Facebook: Yo Influyo