Una relación sana de cualquier índole respeta a ambas personas y las hace crecer individualmente, lo contrario a rebajarlas e inutilizarlas.
La dependencia emocional es un estado emocional que se presenta con bastante frecuencia en la población general. Se estima que representa un 10% de los trastornos de la personalidad, observándose con mayor frecuencia en la población femenina.
Veamos de qué se trata.
Tiende a tener un patrón crónico y estable a lo largo de la vida de la persona y se establece a partir de la necesidad de ser atendido, desencadenando un comportamiento de sumisión y de temor a la separación.
Este trastorno se relaciona con las emociones y la capacidad y/o calidad para establecer vínculos significativos con otras personas. Surge de la percepción de uno mismo de incapacidad para funcionar adecuadamente sin el apoyo de los demás.
Las primeras manifestaciones se dan al inicio de la edad adulta y se expresan en distintos contextos, sin embargo, es común observarlo en la etapa adolescente, que muchas veces viene desde la infancia.
En el comportamiento de dependencia vemos cómo el sujeto es controlado por su necesidad de la otra persona y su conducta está orientada a despertar una respuesta de ayuda.
Las personas con este trastorno muestran dificultad en la toma de decisiones, teniendo que apoyarse en los demás.
Están convencidas de que son incapaces de funcionar de forma independiente, y asumen una actitud pasiva con la finalidad de que otro se haga cargo de sus responsabilidades.
Evitan mostrarse competentes, ya que dicha conducta las colocaría en una posición de autosuficiencia (situación que no les conviene), ya que no lograrían su propósito de sujeción.
Rara vez expresan su desacuerdo por temor a perder el sostén o aprobación de los demás. Se les dificulta iniciar proyectos o hacer las cosas a su manera, ya que tienen poca confianza en sus propias capacidades y juicios.
Así encontramos a mujeres y hombres que, en su afán de ganarse la protección de terceros, están dispuestos a someterse casi incondicionalmente a su voluntad, e incluso pueden aceptar tareas que otros no estarían dispuestos a realizar.
Igualmente pueden llegar a hacer sacrificios extraordinarios o tolerar malos tratos, abusos físicos y sexuales. Sus exagerados temores los llevan a ser incapaces de cuidarse a sí mismos, lo que les genera una sensación de soledad y desamparo.
Este comportamiento lo podemos observar entre esposos, de hijos a padres o viceversa, en un noviazgo, entre hermanos, e incluso entre amigos en teoría cercanos.
Son personas que tienen a preocuparse en exceso por el temor al abandono, ya que esto significaría tener que hacerse cargo de sí mismos.
Al subordinarse pierden la posibilidad de desarrollar sus propias capacidades y aptitudes, situación que afianza aún más la dependencia hacia los otros.
La situación de pareja suele tener un tinte particular en este tema. En sus relaciones amorosas los dependientes emocionales manifiestan un tipo de apego ansioso, caracterizado por una continua necesidad de estar cerca de su pareja para asegurarse de que son amados.
Todo lo hacen en beneficio del otro, y para complacerlo, renuncia a sus propias necesidades y deseos. Temen no ser queridos y/o perder su objeto de amor, incertidumbre que con frecuencia los lleva a sentir celos injustificados.
Dependen en extremo del otro, mostrando dificultad para llevar una vida independiente, es decir, llevar a cabo proyectos o actividades sin la pareja, ya sean laborales, profesionales o sociales.
Dicha dinámica representa un alto costo para ambos, y con el paso del tiempo de dicho sometimiento, se transforma en frustración y coraje. El intenso miedo a la pérdida y a la soledad contaminan el vínculo, alentando la inseguridad, y en la mayoría de los casos la ruptura de la relación.
En las diferentes relaciones: de pareja, de hijos a padres o viceversa, entre hermanos o familiares la dependencia emocional es dañina, y sucede con frecuencia que, al concluir esta relación importante, la persona busca llenar ese vacío con la presencia de otro u otra que pueda brindarles seguridad y los cuidados que le proporcionaba la relación.
Si conoces a alguien cercano que vive una dependencia emocional, o tú estás viviendo esta situación, te recomiendo que busques ayuda profesional de inmediato.
Una relación sana de cualquier índole respeta a ambas personas y las hace crecer individualmente, lo contario a rebajarlas e inutilizarlas.
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