Son muchos los papás y mamás que acompañan a sus hijos a los partidos, competencias y entrenamientos. Se sientan en las gradas, observan, les dan directrices y se involucran en el deporte de sus hijos como si ellos fueran los que dirigen.
Encontramos niños que ya no disfrutan estos momentos, se ponen nerviosos al escuchar cuando su padre les grita; se sienten tristes cuando hay regaños después del partido; cuando le echan en cara que se gastan mucho dinero y tiempo en llevarlos y traerlos al fútbol. Papás que quieren que sus hijos logren lo que ellos nunca pudieron.
El llamado padre entrenador es aquel que grita instrucciones parado en las gradas, corrige a su hijo desde que lo lleva en el coche, incluso contradiciendo las indicaciones del entrenador.
Si se trata de natación, se mueve constantemente por la alberca midiendo los tiempos con cronómetro en mano y apuntando en una libreta. Si es beisbol lleva un registro escrito de las jugadas, outs y carreras. Y así podríamos mencionar muchos deportes.
Los motivos por lo que los padres pierden los papeles son diversos. Muchos esperan que sus hijos los saquen de pobres, convirtiéndose en profesionales a nivel mundial. Otros desean que su hijo gane todo porque sus victorias son sus propios éxitos, sienten orgullo y lo presumen ante los demás. Otros proyectan la vida que ellos no pudieron llevar, o bien, hay quienes no tienen autocontrol.
Comparto contigo un decálogo publicado en la revista El País para que en el tema del deporte mejor sumes como papá o mamá, en lugar de restarle valor a tu hijo:
- Tu hijo hace deporte porque le gusta, para estar con sus amigos y disfrutar. El objetivo no es ganar.
- Comparte los mismos valores que la escuela o academia donde tu hijo realiza deporte.
- No le des órdenes. Apóyalo, gane o pierda, juegue bien o cometa errores.
- No le obligues a entrenar más de lo que le pida su coach. Tu hijo no es un estrella, es un niño. Aunque tenga talento, igual prefiere practicar el deporte como diversión y no como profesión.
- No presiones, grites, maldigas o des instrucciones. Tu hijo se sentirá decepcionado al observar tu conducta.
- Respeta a todas las figuras de autoridad en el juego.
- Controla tus emociones.
- Nunca hables mal de sus compañeros.
- Modifica tu manera de animar, en lugar de corregirlos, mejor refuérzale sus habilidades y logros.
- No le inculques expectativas falsas a tu hijo.
La felicidad de los niños está por encima de todo. Citando al Barón Pierre de Coubertin: “Lo más importante del deporte no es ganar, sino participar; porque lo esencial en la vida no es el éxito, sino esforzarse por conseguirlo”.
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