El mejor regalo que les puedes dar a tus hijos es TU tiempo. Me gustó mucho esta frase que comparto con ustedes: para estar mañana en el recuerdo de tus hijos, debes estar presente en sus vidas hoy.
Padres ausentes, no solo me refiero a una falta de presencia física, sino también a un alejamiento emocional: tengo papás, pero nunca los veo…dicen que soy importante para ellos, pero no lo siento…me dicen que me aman, sin embargo, no me siento amado.
Es una situación que estamos viviendo en la actualidad, y no quiero decir que la culpa es totalmente de los padres, pero sí ser conscientes de que la dinámica familiar ha cambiado, y los que se han visto más afectados son los hijos.
La mayoría de los hogares mexicanos dependen ya de dos salarios, por lo tanto, ambos padres trabajan y el tiempo dedicado a los hijos ha disminuido.
Las jornadas de trabajo son de muchas horas, los traslados a sus hogares largos, llegan cansados, de mal humor y en muchos casos los niños ya están dormidos.
La cuarta parte de los hogares en nuestro país están encabezados por una mujer sola, quien tiene a su cargo el sostén económico y la educación de los hijos.
Las familias de hoy son más pequeñas. En los años sesenta el promedio de hijos por mujer era de siete, actualmente es de 2.1 hijos por mujer y en la Ciudad de México ha disminuido a 1.7 este promedio.
Esto ha traído como consecuencia que muchos papás quieren darle a sus hijos lo que ellos no tuvieron, y a esos pequeños los llenan de juguetes, permisos, comodidades.
Se suma un sentimiento de culpabilidad tanto del padre como de la madre de no poder estar con ellos, de no tener tiempo suficiente y surgen elementos compensatorios como el exceso de dinero, juegos, pasando por alto conductas inadecuadas.
Más juguetes = Menos responsabilidad
Más dinero = Menos límites y consecuencias
Más videojuegos = Menos tolerancia a la frustración
Más internet = Menos interacción social
Más éxitos = Menos logros propios
Más privilegios = Menos perseverancia y esfuerzos propios
Y ante estos padres ausentes aparecen los llamados hijos vacíos. Niños y sobretodo adolescentes desconectados, incomunicados, se creen capaces de todo y solo buscan su beneficio. Viven en la abundancia, reciben premios y regalos todo el tiempo con el mínimo esfuerzo.
No saben cuándo es suficiente; no trabajan ni realizan sacrificios; no terminan lo que empiezan; confunden los caprichos con una necesidad real.
Su prioridad es divertirse, gastar dinero; tienen poca motivación para el estudio, poco respeto y disciplina; tienen poca concentración y se distraen con la tecnología.
Estos hijos vacíos se ven afectados emocionalmente: tienen poca tolerancia a la frustración; tienen acceso a todo tipo de información; usan el internet sin supervisión; visten de forma no apropiada.
Se sabe que el 70% de los adolescentes de secundaria y preparatoria utilizan Facebook y el 95% de estos tienen en su cuarto TV, computadora, celular o videojuegos.
No es que sea mala esta generación, simplemente se les da demasiado muy pronto y sin supervisión.
Viven un ambiente duro pero desequilibrado; lleno de peligros, pero por otro lado muy light. Están bien dotados en la parte cognitiva e intelectual pero pobres en la parte emocional. Por lo tanto, son jóvenes más aislados, menos activos que antes y que tienden a alejarse del mundo y a crear su propio mundo.
Es importantísimo nuestro papel como padres en la adolescencia de nuestros hijos. Su autoestima dependerá de cómo los tratemos y amemos.
La educación debe llevar dos riendas paralelas: una de ellas la del cariño, diálogo, respeto y amor. La segunda es la de los límites, disciplina, firmeza y autoridad.
Afecto con disciplina, límites con amor. Esto es lo mejor que podemos darles. Nuestro deber como padres es hacerlos hombres y mujeres de bien. Educarlos para que ellos sepan tomar buenas decisiones en su vida.
El mejor regalo que les puedes dar a tus hijos es TU tiempo. Me gustó mucho esta frase que comparto con ustedes: para estar mañana en el recuerdo de tus hijos, debes estar presente en sus vidas hoy.
Si eres un padre o una madre ausente, conviértete hoy en un padre presente, y a ese hijo vacío lo llenarás de fortaleza y de amor para triunfar en la vida.
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