Adultos mayores y el suicidio

No debemos ser ajenos a los pensamientos del suicidio que muchas personas viven, sino ofrecerles la ayuda necesaria para que no lo hagan.



No es un tema fácil de tocar, pero sí importante. ¿Por qué? Porque hablamos mucho de jóvenes o adultos jóvenes que deciden quitarse la vida, pero poco se habla de aquellas personas que ya tienen muchos años, con enfermedades crónicas o depresiones, y que han perdido las ganas de seguir viviendo.

Una persona mayor podría considerar el suicidio como la única forma de escapar del sufrimiento, del dolor físico o emocional, o bien de la soledad. No debemos de ser ajenos a esta realidad, sino ofrecerles la ayuda necesaria para que no lo haga.

Es común que una persona ya mayor hable sobre la muerte y el proceso de morir, sobre todo si sufre de un trastorno médico que va empeorando.

Pero existen algunos signos de advertencia que nos pueden ayudar para estar pendientes:

– La persona habla de un plan para suicidarse, o de repente, decide hacer un testamento.
– Un cambio en la forma de hablar sobre la muerte, empezar a hablar de ella, o dejar de hablar al respecto.
– La persona dice que no encuentra motivos para vivir.
– La persona dice que debería acabar con su vida para evitar el dolor y el sufrimiento.
– Una creencia de que su familia estará mejor cuando ya no tengan que cuidarla.
– La persona se corta, se quema la piel con cigarrillos o conduce sin cuidado.
– Consume alcohol o drogas, no toma sus medicamentos.
– No quiere pasar tiempo con otras personas ni hacer cosas que antes disfrutaba.
– Cambia su forma de comer, dormir o vestirse.
– Aumenta de peso, adelgaza o tiene menos energía de los habitual.
– Tiene problemas para dormir o pasa mucho tiempo durmiendo.
– Regala sus pertenencias o se deshace de ellas. De repente no va a terapia.

Si tienes algún familiar cercano que se encuentre en esta situación, te doy algunos consejos para alejarlo de estos pensamientos:

– Anímalo a buscar ayuda de un terapeuta.
– Ayúdalo a vincularse con otras personas
– Anímalo a buscar ayuda para tratar el consumo del alcohol o drogas si es el caso.
– Realiza actividades físicas con la persona.
– Anímalo a hacer cosas nuevas.
– Llámalo, visítalo o mándale cartas frecuentemente.
– Acércalo a su consejero religioso o espiritual
– Ayúdalo a conseguir el equipo necesario para mejorar su comodidad y movilidad.
– Anímalo a que siga tomando los medicamentos y asistiendo a sus terapias.

Pero, sobre todo, demuéstrale tu amor y dile lo importante que es para ti y para tu familia. Si son varios hermanos o nietos, organicen un plan para que ese abuelo o abuela esté acompañado lo más posible. En esta época de su vida, devuélvanle todo aquello que les dio durante muchos años.

Quiéranlo mucho, y verás como despiertas en él o ella las ganas de seguir disfrutando la vida. ¡Todos queremos seguir viviendo! Nadie por naturaleza quiere dejar de hacerlo.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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