Tomar decisiones apresuradas o definitivas en momentos de crisis, como un cambio de casa, de ciudad o la búsqueda de un trabajo son cosas que no se deben hacer ante la viudez.
“Soy la única que estoy viviendo este duelo, perdí a mi esposo y me quedo sin mi compañero”, me dijo una persona muy querida hace años al quedar viuda.
Y tenía razón, existen duelos compartidos cuando muere un hijo, un hermano, un amigo o alguno de los padres. El duelo de perder a tu cónyuge se vive en solitario, sólo hay una viuda.
Enfrentar la muerte de un ser querido y especialmente del cónyuge es uno de los duelos más difíciles de superar, y existen factores que pueden agravar o hacer menos doloroso el proceso de recuperación: si la pareja es joven, si el matrimonio era muy unido, algo esperado o la muerte fue repentina.
De acuerdo con diferentes investigaciones se ha visto que existen por llamarlo de alguna manera niveles de duelo. La muerte de los hijos ocupa el primer lugar en términos del nivel de estrés y desajuste emocional.
Después de esta pérdida sigue en nivel, la de los padres o la pareja. Esto se relaciona normalmente con nuestras expectativas o creencias, las cuales nos llevan a considerar que una persona joven morirá después. No pensamos que un hijo parta antes que sus padres.
Aunque todos sabemos que moriremos, la forma en que la muerte se produce también tiene un impacto importante. La pérdida de una persona que fallece por un proceso de envejecimiento puede resultarnos dolorosa, pero hemos tenido la oportunidad de formar en nuestra mente y emociones una expectativa de que tarde o temprano, sucederá.
Cuando la persona pierde a su pareja experimenta un tumulto de emociones, se mezclan la pena, el dolor profundo, incredulidad, rabia, el shock y el no comprender que pasa.
El proyecto de vida construido en pareja deja de tener sentido, de un día para otro, se termina, hay una parte de ti, que compartías con tu cónyuge que se debe abandonar: desde compartir la cama, la casa, actividades, hasta los hijos y nietos en común y un futuro por vivir.
Me gustaría comentar contigo algunas sugerencias de especialistas en este campo que pueden ayudarte si has vivido o estás viviendo esta experiencia:
– Sufrir y llorar la pérdida de un ser querido, particularmente el cónyuge, no es signo de debilidad, sino algo natural en el ser humano, es importante desahogarse.
– Compartir la pérdida con nuestros seres más queridos: padres, hermanos, hijos, amigos, manifestando nuestros sentimientos abiertamente.
– Realizar un proyecto de vida propio de acuerdo con la nueva realidad y no pretender tomar el sitio de la persona ausente, sobre todo con los hijos. Es común que se trate de llenar ese lugar, compensando a los hijos la pérdida de una u otra manera. También aceptar, que habrás de actuar como papá cuando la situación así lo amerita.
– Busca mediar entre la vida familiar y la personal, tomando muy en cuenta la calidad de tiempo dedicada a ti misma y a tus seres queridos.
– No tomar decisiones apresuradas ni definitivas en momentos de crisis, como un cambio de casa, de ciudad o la búsqueda de un trabajo. Permite que el tiempo suavice las heridas para continuar con la vida diaria.
– Recordar a la persona ausente con alegría, conscientes de que el término de una vida no tiene que acabar con la persona. Hacer propios aquellos principios y valores que fueron importantes para ambos.
– No encerrarte en ti misma impidiendo que los demás se acerquen a tu interior. No rehúses ninguna invitación.
– Solicitar asesoría y apoyo legal, financiero, psicológico o moral cuando sea necesario.
– Apoyarte en las propias creencias religiosas, cualquiera que estas sean, el caminar de la mano de Dios siempre ayuda.
Ahora bien, si tú no estás pasando por esta situación, te preguntarás: ¿Cuál es la mejor manera de ayudar a un familiar o amigo que está pasando por un duelo de pareja?
– Acompáñala sin darle consejos de cómo debe comportarse.
– Estar ahí, a su lado.
– Evitar los comentarios como “échale ganas”, o “lo vas a superar”, que hieren profundamente a las personas que han perdido a un ser querido.
– Respeta su llanto y también sus silencios.
– Sé comprensivo y solidario con su sentir.
Recuerda: la muerte es parte de la vida. Si tu compañero se fue antes que tú, es porque todavía tienes mucho que hacer en este mundo.
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