Los hermanos y hermanas: nos hacen mejores

Lo que vivimos hoy y el papel que ocupemos con nuestros hermanos y hermanas, puede influir en nuestros comportamientos en el ámbito laboral, social y personal.


Hermanos y hermanas


¿Te has preguntado qué tanto influyen los hermanos y hermanas en la vida de una persona? Hoy te platicaré el resultado de diversas investigaciones serias que concluyen que esta relación nos hace ser “mejores personas”. Veamos por qué.

Hermanos y hermanas nos enseñan sobre: compañerismo, combate, lealtad, rivalidad, a sentirnos seguros o inseguros; a compartir confidencias para después romperlas.

Aprendemos lecciones de egoísmo y de generosidad; de enseñanza y aprendizaje; a expresarnos y a escuchar. Aprendizajes indispensables para cuando salgamos al mundo que está fuera de casa.

La conexión entre hermanos no la tendremos con nadie más. Nuestros papás nos dejan cuando aún somos jóvenes, nuestros esposos e hijos aparecen más tarde. Son nuestros hermanos quieres nos acompañarán durante todo el camino de nuestra vida.

La socialización entre hermanos empieza desde muy temprana edad y va acompañada tanto de juegos como de pleitos. Los papás no exageran al decir que sus hijos pelean todo el tiempo. Se calcula que niños pequeños pueden llegar a pelearse o discutir casi cada diez minutos.

Un niño que pelea en la escuela se queda generalmente sin amigos. Sin embargo, los hermanos pueden discutir o pelear constantemente y seguirán conviviendo diariamente.

Competencia y conflicto suceden continuamente. Es importante que como padres de familia dejemos que estos ocurran, siempre y cuando no lleguen a consecuencias graves.

Está comprobado que los niños que aprendieron a solucionar conflictos con sus hermanos, de adultos sabrán hacerlo mucho mejor en el mundo de los negocios y el trabajo.

En el proceso de socialización entre hermanos, no solo se dan conflictos, sino algo muy natural e importante: la imitación.

El hermano o hermana pequeña que adora al mayor y que lo imita y sigue constantemente: hablando, vistiendo, estudiando o realizando el deporte del primogénito de la casa.

Esto con la finalidad de lograr la mayor atención de parte de sus padres y el máximo beneficio. Recordemos que para un niño lo más importante es que sus padres se fijen en él.

Me gustaría mencionar en este punto de la imitación, que nosotros como padres debemos ofrecer a cada hijo diferentes opciones, direcciones o caminos a elegir en la vida. Es decir, es bueno que quieran imitar a su hermano mayor, pero no siempre es el camino más adecuado para ellos.

Sin embargo, si bien los hermanos pueden motivarse a tener intereses comunes, ya sean sociales, académicos o deportivos, también pueden hacer mucho daño.

Está comprobado que un joven cuyo hermano o hermana mayor bebe en exceso, tiene el doble de probabilidad de hacer lo mismo; en el tema del cigarro el riesgo se incrementa a cuatro veces, y en el caso de embarazo en adolescentes la probabilidad es seis veces mayor.

Jugará un papel importante el sexo de los hermanos, si son hombres, mujeres o ambos.

Lo que, sí es un hecho, es que cuando la relación entre hermanos es cercana y profunda las ventajas son muchas, pero los riesgos si hay un comportamiento negativo aumentan.

¿Cuál es el papel de los papás?

La clave cuando se presentan comportamientos riesgosos empieza con una supervisión cercana de parte de los padres. Por ejemplo, si un joven de secundaria tiene un hermano dos o tres años mayor que él en la preparatoria, los padres tienen que vigilarlo de cerca para que no vaya a caer en algún problema o adicción.

Los límites para la bebida, el cigarro o las drogas deben ser muy claros y bien establecidos tanto para los mayores como para los menores.

Hemos hablado de algunos puntos que unen a los hermanos, pero existen incontables formas en que estos interactúan y socializan: nuevos amigos, relaciones amorosas, noviazgos, experiencias escolares, primeras fiestas, viajes, música, programas de televisión, películas.

Aprenden acerca del poder y el lugar que ocupa cada uno de ellos en un lugar en el cual no eligieron nacer, con hermanos que no eligieron tener, pero que se convierten a lo largo de la vida en amigos y cómplices.

La meta para todos los padres debe ser el ayudar a estos hijos e hijas que aman profundamente, a crecer como adultos sanos que se quieren entre sí y se preocupan los unos por los otros.

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