Puedes amar a tus hijos, pero siempre con límites y exigencias. Cuando sean adultos te lo agradecerán enormemente.
Se habla actualmente de los llamados niños blanditos, pero también de papás y mamás con el mismo adjetivo. Cuando una familia quiere que sus hijos no pasen las dificultades por las que ellos lo hicieron, la sociedad se vuelve más cómoda, blanda y menos esforzada.
Para saber a qué me refiero, voy a enumerarte las características de estos niños y las de los padres y te invito muy sinceramente a reconocer si en tu familia se está viviendo esta realidad y poder corregir a tiempo.
– Tienen pobre tolerancia a la frustración.
– Están acostumbrados a que sus padres les resuelvan sus problemas.
– No saben defenderse.
– Carecen de iniciativa.
– En caso de que las cosas se compliquen, prefieren dejar a un lado el proyecto.
– Tienen poca capacidad para administrar sus emociones y utilizarlas a favor de lograr metas.
– No saben hasta donde llegan sus capacidades, pues nunca se tuvieron que retar a sí mismos.
– Viven como víctimas de otros compañeros o maestros.
– Son obedientes con quienes creen que los protegerán.
– Suelen ser miedosos y poseen una escasa capacidad de afrontamiento.
– Muestran escaso interés y preocupación por los demás, dado que se acostumbran a centrarse solo en sus propios deseos y necesidades.
– Creen que no pueden enfrentarse a las situaciones sin ayuda y en el momento en el que tienen que hacerlo se vienen abajo.
Y para que sepas si eres una mamá o un papá blandito:
– Le cargas la mochila hasta la puerta del colegio.
– Le haces las tareas.
– Le evitas toda clase de sufrimiento.
– Cuando se le olvida la tarea, buscas a un compañero o maestro para que te ayude.
– Eres muy permisiva/o, por lo que tu hijo se siente con derecho a recibirlo todo, es el centro del universo.
– Piensas que quieres darle lo que tú no tuviste.
– Le muestras mucho afecto, pero pocos límites y exigencias
– Ves a tu hijo como débil e indefenso. Por lo que estás convencido de que tu función es protegerlo.
– Te sientes angustiado, ansioso o culpable cuando tu hijo experimenta emociones negativas.
– No te gusta que vayan a excursiones o que duerman fuera de casa.
– Te adelantas a sus deseos y necesidades.
Si después de escuchar esto, reconoces que tu familia es blandita, es momento de enderezar las riendas cuanto antes. Puedes perfectamente amarlos, pero siempre con límites y exigencias. Cuando sean adultos te lo agradecerán enormemente.
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