Tenemos que dejar de ver a la persona mayor como un ser pasivo al que hay que darle asistencia y empezar a verlo como protagonista de su vida y agente de cambio apoyado por la sociedad.
Es un hecho que una persona de cincuenta años en el siglo pasado, se parece a una de sesenta años de este siglo. Los 70 años de antes, equivalen a los 80 de ahora. Antes una mujer o un hombre de 65 años era ya visto y considerado como un viejo, en la actualidad es una persona aún joven y con muchos años por vivir.
Al hablar de envejecimiento, no sólo hay que deshacerse de los estereotipos negativos, sino de la noción de un grupo homogéneo con necesidades y fortalezas compartidas.
El término envejecimiento activo ha sido planteado por varios investigadores que afirman que se pueden potencializar las capacidades de la persona mayor para que participe activamente en su autocuidado e intervenga en la sociedad.
Han estudiado por qué algunas personas envejecen más positivamente que otras y encontrado que aquellas que tienen mayor capacidad de valerse por sí mismas, que son independientes y funcionales, se adaptan mejor a su entorno y reportan una calidad de vida muy satisfactoria.
La participación de la persona mayor implica, además del autocuidado, la participación social, económica, cultural, espiritual y cívica. Se tiene que lograr un equilibrio entre los siguientes factores: entorno físico, sexo, vida personal, sanidad y servicios sociales, determinantes conductuales, cultura, así como los determinantes sociales y económicos.
¿Qué significa esto? Que hace unas décadas los adultos mayores dejaban de participar activamente en la sociedad, se les consideraba incluso como inútiles; se les asignaba un cuidador o se les recluía en un asilo o residencia para ancianos.
Esto ha cambiado drásticamente. Cada vez hay más estudios que demuestran que la persona de la tercera edad puede seguir activa física y mentalmente dentro de la sociedad. Los avances médicos han mejorado la salud y la calidad de vida.
Ahora bien, esto no se logra de un día para otro. Desde que somos jóvenes debemos conocer nuestras capacidades individuales, nuestra potencia físico, social y mental. Cultivar intereses y hobbies para que al llegar a la tercera edad seamos personas activas y que participemos en la vida comunitaria, cultural, económica, espiritual y cívica.
Los gobiernos deben de cambiar el paradigma sobre la vejez y las políticas sobre la vejez y crear políticas centradas en las personas mayores. No de protección únicamente, sino de fomentar que se mantengan activas y productivas.
Es interesante observar cómo este envejecimiento activo habla de empoderar a las personas mayores para que reconstruyan su auto concepto de manera positiva, que recuperen la capacidad de decidir sobre su propia vida y refuercen su confianza y autoestima.
Que sepan que tienen el derecho y la capacidad para influir en su calidad de vida, modificar en cualquier momento sus proyectos personales y desarrollar su potencia intelectual y físico. En otras palabras: se convierte en esa persona consciente que busca envejecer en plenitud.
Me parece muy positivo este planteamiento, tenemos que dejar de ver a la persona mayor como un ser pasivo al que hay que darle asistencia y empezar a verlo como protagonista de su vida y agente de cambio apoyado por la sociedad.
Y si tú ya estás en la tercera edad, toma tus decisiones, goza cada momento y vive tu vida al máximo.
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