Está en tus manos como papá o mamá que la vida de tus hijos consista en una relación de crecimiento, en lugar de convertirse en una batalla de desgaste mutuo. Escuchar es la clave para las relaciones con nuestro adolescente.
Qué sucede cuando tu hija o hijo que antes platicaba contigo de temas triviales, divertidos, llega a la adolescencia y empieza a utilizar frases como: soy la única que no puede…, todos mis amigos van a ir…, tú me lo prometiste. Y surge en la familia un ambiente tenso y distante, tu hijo empieza a rebelarse.
Como papás sentimos que nuestra autoridad está siendo cuestionada. El o la adolescente siente que no se le toma en cuenta, y surge entonces un conflicto que puede poner a la familia de cabeza. ¿Cómo tener un buen diálogo con ellos?
Educar no consiste en introducir información, sino en sacar a la luz la verdadera personalidad de alguien. Con los hijos a veces no se trata de dar razones, sino de ayudar a descubrir y predicar con el ejemplo.
Se pueden plantear propuestas que tengan una responsabilidad por parte de los hijos y que demuestren confianza por parte de los padres. Las imposiciones no funcionan. Ante un conflicto, es mucho mejor proponerle una posible solución que imponerle un límite.
Cuando nuestros hijos eran pequeños tenían que obedecernos y no lo cuestionaban. Cuando son adolescentes, están madurando, quieren ellos decidir, tomar riesgos y asumir responsabilidades.
Como papás, esto nos cuesta mucho trabajo, queremos seguirlos protegiendo, pero debemos darnos cuenta que nuestra autoridad ha cambiado, no de fondo, pero sí de forma.
Al plantear un límite, si uno se mantiene abierto al desacuerdo, y escucha y respeta, puede llegar a un mejor entendimiento.
Muchas veces, no es tanto el contenido de la discusión, sino la forma, lo que produce el conflicto. Al hablar con irritación y con palabras impositivas, uno provoca reacciones defensivas.
Los enojos calientan el ambiente y no permiten un diálogo sereno. Discutir desde el “tengo razón” genera una distancia entre las partes, e incluso puede romperse la comunicación.
No deben de dejarse las cosas a medias. Una discusión no debe quedar pendiente, sí terminarse en otro momento. Las cosas importantes hay que finalizarlas.
Muy importante en este tema del diálogo con nuestros adolescentes, es hacer equipo en pareja. Cuando no hay acuerdo respecto al conflicto con un hijo, conviene hablarlo y decidir en qué va a ceder cada cuál, o quién va a hacerle frente.
Cuando el adolescente percibe un desacuerdo entre sus padres, seguramente se acercará al que más le conviene para el permiso o situación que está negociando.
Esto es muy grave, ya que los padres se dividen. La clave para establecer acuerdos está en saber qué es importante para cada uno, en respetar y compartir el criterio en pareja.
Los papás debemos ver a nuestro adolescente como alguien que está en el mismo barco que nosotros. Ayudarlos a conocerse facilitará el diálogo.
Más que tener razón, se trata de apelar a ella. Está en tus manos como papá o mamá que la vida de tus hijos consista en una relación de crecimiento, en lugar de convertirse en una batalla de desgaste mutuo. Escuchar es la clave para las relaciones con nuestro adolescente.
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