“¡Yo soy así!”. Demasiada espontaneidad

Si no sabemos utilizar la espontaneidad en forma correcta, los demás no querrán estar con nosotros.


 


¡Acéptame como soy!, ¡yo así soy! Lo más importante es ser natural con los demás. ¿Has dicho o escuchado frases como esta? Existe un malentendido cuando nos referimos a la espontaneidad como acto de sinceridad y autenticidad.

Por supuesto que debemos de ser naturales ante los demás, no estar fingiendo o mintiendo, pero muy importante, también nobles y empáticos.

Escudarnos en el ASÍ SOY YO, es un grave error, ya que estamos siendo muy egoístas y no tomamos en cuenta a las otras personas. Veamos a qué me refiero.

Personas que se enorgullecen de decirles a los demás a la cara lo que opinan, dicen no tener inconveniente alguno en soltar sus juicios y verdades. Aquellos que hacen la broma en el momento inoportuno; o las que insisten cuando se les dice basta.

Las que hablan sin dejar hablar; hacen muecas desagradables; se ríen o se enfadan fuera de tono; las que vuelven a preguntar lo que se les dijo; las que quieren discutir sin importarles el lugar donde se encuentran.

Aquellas que no pueden esperar; las que dan besos y abrazos embarazosos. En general, hombres y mujeres demasiado impulsivos que no saben controlarse.

Estos ejemplos demuestran cómo lo espontáneo puede ser reactivo, desmesurado o irrespetuoso. Continuamente en los correos electrónicos y, sobre todo, en los mensajes de Twitter, se dice lo primero que se viene a la mente, primeras impresiones, prejuicios de género, racistas o intolerantes, sin medir ni por un instante los efectos que puede causar una palabra o un comentario, y que aunque se borre de inmediato, tiene efecto en la otra persona.

La espontaneidad como tal pertenece a los niños, quienes dicen y hacen lo que en ese momento piensan o sienten. Se supone que los procesos de educación, aprendizaje y maduración nos llevan a medida que crecemos a la capacidad de dominar la impulsividad.

Al hablar de la confianza y la seguridad personal, los expertos mencionan a dos columnas que las conforman: la primera es darse a conocer tal como somos, decir abiertamente lo que pensamos y sentimos. Ser auténticos en nuestra forma de ser.

La segunda columna consiste en tener en cuenta a los demás. ¿Son personas dignas de confianza?, ¿me quieren escuchar en estos momentos?, ¿lo que voy a decir puede ofender o herir a la otra persona?

Cuando sé es capaz de sostener la primera columna, pero poco o nada la segunda, el edificio de la seguridad se derrumba, actuamos impulsivamente. No ganamos en confianza, sino que la perdemos.

Si no sabemos utilizar la espontaneidad en forma correcta, los demás no querrán estar con nosotros. No se trata de morderse la lengua, sino de saber encontrar el momento oportuno o por lo menos ser capaces de pedir permiso al otro y negociar juntos la situación.

Pregúntate muy sinceramente: ¿Qué tan natural eres con los demás al decir lo que piensas o sientes? ¿Te das cuenta si tu actitud los molesta u ofende? ¿Qué tan empático eres?

Recuerda muy bien tener demasiada espontaneidad en tu vida y justificarla con frases como: yo soy así, daña a quienes te rodean, los aleja de tu persona, y al final el afectado serás tú mismo. Sé natural en tu forma de ser, siempre considerando a los demás.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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