La tendencia a considerar el envejecimiento un privilegio, en lugar de un castigo, está empezando a parecer un auténtico movimiento.
Tuve oportunidad de escuchar una conferencia de Carl Honoré que hablaba sobre el Elogio a la experiencia, todo lo contrario al culto que estamos viviendo hacia la juventud. Me gustó mucho su enfoque y quiero compartirlo hoy contigo.
La esperanza de vida al nacer se ha duplicado con creces a nivel mundial, pasando de 32 años en 1900 a 71.4 años en la actualidad, mientras que en los países desarrollados la cifra supera actualmente los 80 años.
Y no solo se vive más sino mejor, los servicios de salud han mejorado, la calidad de vida se ha incrementado, somos más conscientes del daño del cigarro y el alcohol, la alimentación es mejor y sabemos de los beneficios de mantener una vida activa y saludable.
Sin embargo, a nivel público se presenta el incremento de longevidad como una tendencia negativa comparada al cambio climático y la desigualdad económica. Las empresas buscan contratar a jóvenes y alejar a los de más edad, los mensajes que recibimos en todas partes son: cuanto más joven, mejor.
Y qué decir de nuestro propio envejecimiento, nos da miedo y no queremos cumplir años. Nos aferramos a la idea de que envejecer es una maldición, de que a partir de un momento determinado cada cumpleaños nos hace menos atractivos, menos productivos, menos felices, enérgicos, creativos, menos saludables, fuertes, visibles, menos útiles… en suma, menos nosotros mismos.
¡Que equivocados estamos! El culto a la juventud es un gravísimo error que tenemos que corregir. La historia está llena de personas que han logrado sus mayores éxitos en la última fase de su existencia. Miguel Ángel terminó de pintar los frescos de la capilla Paulina a los 74 años; Giuseppe Verdi estrenaba su mejor ópera a los 79. El arquitecto Frank Lloyd Wright tenía 91 años cuando terminó el museo Guggenheim de Nueva York. Filósofos como Kant, Gorgias y Catón produjeron sus mejores obras en la vejez.
Hoy en día, el mundo está lleno de personas que realizan cosas extraordinarias pese a estar en la llamada mitad mala de su vida. Clint Eastwood ganó su primer Oscar como mejor director a los 62 años, y el segundo a los 74. Mary Robinson lucha contra el cambio climático a sus setenta y tantos. Warren Buffett va camino a celebrar su cumpleaños de más de noventa como uno de los inversionistas de mayor éxito del mundo, mientras que la Reina Isabel II de Inglaterra asistía hasta hace poco a más de 400 eventos al año.
Y no es necesario ser una figura pública. Seguramente tú conoces a hombres y mujeres que en la segunda parte de su vida están llenos de energía, planes y actividades.
La tendencia a considerar el envejecimiento un privilegio, en lugar de un castigo, está empezando a parecer un auténtico movimiento. Por todos lados surgen campañas como la de la edad requiere acción, los gobiernos se están uniendo a esta batalla y tú también debes hacerlo.
Uno de los principales motivos para ser optimista es que cada vez hay más personas en el mundo que están envejeciendo mejor y de forma más activa que nunca. Navegan alrededor del mundo a los cuarenta y tantos; vuelven a la escuela a los cincuenta y pico; crean nuevas empresas en los setenta; mantienen relaciones amorosas a los noventa y crean obras de arte siendo centenarios.
Te invito a seguir esta tendencia en la cual envejecer es un privilegio, hagamos a un lado la creencia de que la población de más edad representa una carga y que solo la juventud es buena. Una realidad que no podemos negar es que todos llegaremos a ser viejos al final de nuestra vida.
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