Así soy y no puedo cambiar. ¡Desde que nací así he sido y me tienen que aceptar! ¡Grave error! Tenemos que saber cómo somos y trabajar para mejorar cada día.
El temperamento es el conjunto de inclinaciones innatas propias de un individuo; es lo más próximo a la biología, y está formado por las herencias de nuestros antepasados. Podemos decir que es el primer impulso, las tendencias profundas que vienen de nuestras disposiciones congénitas.
El carácter es el temperamento educado, implica un trabajo personal y es más libre. No somos responsables de nuestro temperamento, pero si en parte de nuestro carácter. El carácter hace referencia a la inteligencia y a la voluntad, pero siempre estará influido por el temperamento.
Para definir tu carácter debes tomar en cuenta tres factores: la emotividad: si eres alguien que reacciona de modo vivo ante un acontecimiento, o bien, mantienes la calma ante las circunstancias; actividad: si tienes facilidad para ponerte en marcha, o bien actúas con esfuerzo y te desgastas fácilmente; y por último si eres una persona primaria, en la cual los efectos de una impresión son inmediatas y fugaces; o alguien secundario, en donde el efecto tarda en producirse, pero duradero.
Las combinaciones de estos factores resultan en ocho tipos de caracteres según Le Senne:
– Colérico: le gusta la acción, es combativo, persuasivo y entusiasta. Comunica lo que piensa, es de ideales elevados. Tiene talento para improvisar, empieza las cosas y no termina. Le cuesta reconocer sus errores y es impulsivo.
– Apasionado: le interesa la obra a realizar, es activo, con pasiones fuertes. Firme, sistemático y orientado hacia un fin; se interesa por lo problemas sociales y morales. Encuentra fuerte dificultad en sujetarse a un superior.
– Nervioso: tiene muchos sentimientos muy variables, gran imaginación, facilidad de palabra; inclinado a la vanidad y sensualidad. Enemigo del esfuerzo y del método.
– Sentimental: profundo y perseverante; sensible, fiel a sus amistades, afectivo y reflexivo; indeciso, le cuesta trabajo perdonar las ofensas.
– Sanguíneo: le interesa el éxito social, alegre, ameno, conversador; se lleva bien con todos y no se angustia; no termina lo que empieza y realiza pocos esfuerzos.
– Flemático: le impone la ley, estructurado, paciente, frío, poco hablador, metódico. Es egoísta y poco preocupado de los demás.
– Amorfo: influenciable, optimista, amable, pero poco constante; desordenado, perezoso e inactivo. Necesita hábitos de orden y disciplina.
– Apático: prefiere la soledad y la vida tranquila, conformista, poco afectivo, pasivo y no se compromete con actividades que requieran de esfuerzo y sacrificio.
Como verás, cada carácter tiene sus cosas positivas y negativas. Lo importante es que lo conozcas, que aproveches tus fortalezas y trabajes por reducir tus debilidades.
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