Los sentimientos y emociones negativos surgen a raíz de necesidades no satisfechas. Y en esto tampoco estamos bien educados.
Sabías que en México y otros países se festeja el 26 de octubre el día de la suegra, yo hasta hace poco. En muchos casos es una relación cercana y amable, pero en la mayoría suele ser conflictiva.
No siempre es fácil explicar a la madre de nuestra pareja las cosas que nos molestan de ella. Hace falta pensar bien qué se quiere decir y convertir la queja en una petición.
Vamos a tratar de aplicar los cuatro pasos que desarrolla el psicólogo americano Rosenberg en su libro “Comunicación no violenta: un lenguaje de vida”, a la relación con nuestra suegra.
Primer paso: observación. Rosenberg nos anima a poner sobre la mesa lo que vemos, sin juicios ni críticas, simplemente lo que hemos observado. Ejemplo: me he dado cuenta que cuando recoges a nuestro hijo, a tu nieto en la escuela, le das dulces, y al llegar a casa no quiere comer.
La comunicación no violenta reemplaza nuestras antiguas pautas de defensa, de huida o de ataque ante los juicios y las críticas de otras personas, empezamos a percibir a los demás y a nosotros mismos, así como a nuestras intenciones y relaciones bajo una nueva luz.
Segundo: sentimientos. ¿Cómo te sientes cuando observas aquello que te molesta? ¿Has dicho realmente de que estás preocupado/a?
Tu suegra probablemente lo intuya, pero, si queremos que nos haga caso, seamos claros. Este paso y el siguiente probablemente sean los que más cuestan porque implican hablar de uno mismo y de los errores de tu suegra. Siguiendo con nuestro ejemplo: le has dado dulces a Juanito todos los días al salir de la escuela. Desde su última revisión médica y tras las advertencias del doctor, tengo mucho miedo a que su salud empeore. En la familia hay varios diabéticos.
Tercero: necesidades. Los sentimientos y emociones negativos surgen a raíz de necesidades no satisfechas. Y en esto tampoco estamos bien educados. Podríamos decirle a nuestra suegra: cuando veo que le das dulces a Juanito, me asusto porque pienso que podría pasarle algo y necesito estar segura de que hacemos todo lo posible para que no se enferme y tenga buena salud. Si te das cuenta, son sentimientos tuyos y de nadie más.
Cuarta: petición. Llegamos al final. Hemos analizado lo que ocurre poniendo la atención en nosotros y la lupa en cómo se lo vamos a decir. Falta expresar la petición.
Busca un momento adecuado para los dos y el lugar propicio. Formula la sugerencia en positivo, con un lenguaje concreto que no dé pie a interpretaciones. Siguiendo con nuestro ejemplo: le has dado dulces a Juanito todos los días, estoy asustada de que pueda enfermarse y empezar con diabetes, y que su vida se vea afectada. Por todo, te pido que no le des más dulces al niño.
Si le hablas de miedos y sentimientos, harás que se conecte de forma auténtica contigo y seguramente prestará atención y cambiará. Recuerda, la comunicación violenta no lleva a nada y tu suegra seguirá siendo tu suegra por mucho tiempo.
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