Las personas que mantienen su casa y lugar de trabajo ordenados tienen más tiempo libre, son más productivos y sus hábitos de alimentación son mejores.
¿Puede una casa ordenada calmar tu mente? Pero si solo es la televisión que tengo que componer, el cajón que está lleno, o la ropa que ya no uso en el closet. ¿Por qué entonces me siento tan estresado?
No es solo tu imaginación. Estudios han demostrado que una de las mayores causas de ansiedad es el vivir en un lugar desordenado, por encima de carencias financieras y poco tiempo con los seres queridos.
El desorden baja tu energía y tu autoestima, en palabras de los expertos: es un constante recordatorio de aquello que NO has hecho.
Es un gran distractor. Un estudio de la Universidad de Princeton encontró que entre más objetos tengas a tu vista, el trabajo del cerebro es mayor. Ignorar el desorden causa una fatiga mental.
De igual forma, una recámara desordenada influye negativamente en tu calidad de sueño.
¿Cómo liberarte del desorden? El primer paso es reconocer que no se trata de los objetos, sino de los sentimientos tuyos acerca de estos objetos. El estrés viene de aquello que no has resuelto emocionalmente en tu vida y el desorden es algo no resuelto.
Todas las cosas y objetos que posees en tu vida son la expresión de tu pasado y futuro, de metas, sueños, personas queridas, desencantos, experiencias positivas y negativas.
Por lo tanto, ordenar es decirle adiós a todas aquellas situaciones no resueltas en tu infancia, adolescencia o adultez. Es una gran oportunidad para evaluar realmente lo que tienes y decidir cómo quieres utilizar el espacio en el cual vives actualmente.
Hay también un sentimiento de culpa, de deshacerte de algún objeto que te recuerda a una persona querida ¿cómo voy a tirarlo si me lo regaló mi abuela?, esto le perteneció a mi papá, no puedo sacarlo. A los seres queridos los recordarás siempre, independientemente de las cosas que fueron de ellos.
O bien, un sentimiento sobre alguna cosa que te costó mucho dinero: pagué tanto por ese vestido que lo tengo que guardar, aunque lleve cinco años sin usarlo. Lo que pagaste es mucho menos relevante que el espacio que le estás destinando y es un constante recordatorio de lo mal que gastaste ese dinero.
Los expertos coinciden en que muchas personas compran cosas con base en la vida que les gustaría llevar: la ropa de tallas más pequeñas para cuando baje de peso, el equipo de gimnasio o deporte para cuando empiece a ejercitarme. Al final solo te va a recordar aquello que no has podido lograr y que es deprimente. Mejor pregúntate: ¿Este objeto sirve para la vida que estoy viviendo en este momento?
Una gran recomendación para mantener tu casa ordenada y sin sonar fatalista es imaginar como dejarás tu casa y objetos cuando mueras a tus seres queridos: ¿A alguien le servirá que yo guarde esto? Ellos querrán heredar bonitos objetos tuyos y no todas tus pertenencias.
Sabemos muy bien que la verdadera felicidad está en las relaciones con nuestros seres queridos y las experiencias que hemos vivido con ellos. La felicidad no proviene de las cosas que poseemos, el centrarnos solo en ellas, seremos infelices.
Las personas que mantienen su casa y lugar de trabajo ordenados tienen más tiempo libre, son más productivos y sus hábitos de alimentación son mejores.
Reflexiona cuales son realmente los objetos o cosas que necesitas para vivir, aquellas que estén conectadas con tu propósito de vida, con las personas a las que amas y deschecha lo demás.
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