La paciencia puede ayudar a que se forjen otras virtudes, tales como la solidaridad, el respeto, la templanza, la empatía y la perseverancia.
Estoy convencida de que una de las virtudes que hemos olvidado como sociedad es la de la paciencia. La gran velocidad a la que se mueve el mundo, hace más difícil que podamos ser pacientes, y la falta de ella puede poner en riesgo nuestras metas.
La paciencia permite vivir en el tiempo sin maltratarlo, ni perderlo, ni romperlo. Nos enseña a saber esperar y es una de las mayores conquistas como ser humano. Nos enseña a saber aguantar la demora con tranquilidad.
Perder la paciencia quiere decir que no sabemos vivir con el tiempo de los demás ni con el nuestro.
Es una virtud que como padres debemos inculcar a nuestros hijos. Hará que estos aprendan a valorar el transcurso natural de tiempo y respetar al prójimo. Es una forma en la que los hijos logran enfrentar situaciones y obstáculos.
La paciencia es básica para que nos definamos y nos propongamos objetivos y metas.
La paciencia es un aliado más para eliminar el impacto que tiene sobre nosotros el gran enemigo de la actualidad: el estrés. Ser paciente ayuda a chicos y grandes a eliminar tensiones y malestares o incomodidades que llegan cuando hay una complejidad frente a nosotros mismos.
A su vez, la paciencia puede ayudar a que se forjen otras virtudes, tales como la solidaridad, el respeto, la templanza, la empatía y la perseverancia.
Consejos para promover la paciencia en tu vida:
1. Detecta qué es lo que te hace perder la paciencia. Autoanalízate y determina cuáles son aquellas cosas o situaciones que te generan esta sensación. Al conocer sus causas, tendrás más herramientas para enfrentarlas, eludirlas y, eventualmente eliminarlas.
2. Reconoce que no tienes control sobre todo. Comprende que hay cosas que no puedes controlar y que si te quejas o enojas saldrás perdiendo.
3. Disfruta del momento. Concibe cada momento en tu día como una oportunidad de pasar un rato placentero. Concéntrate y disfruta el tiempo presente.
4. Ve el lado bueno de la impaciencia. Esta no tiene por qué ser exclusivamente negativa. La inquietud puede ser el impulso inicial que despierte un proceso creativo. Cada vez que te impaciente algo, deja volar tu imaginación.
5. Busca formas alternativas de descargar tu ansiedad. Es importante que tu cuerpo y tu mente liberen el estrés y la ansiedad. Realiza algún tipo de ejercicio físico o actividades que te ayuden a estar más tranquilo.
6. Evade la lógica de la inmediatez. Entiende que la vida es un proceso que implica constantes cambios. La felicidad instantánea no existe. Conseguirla requiere de esfuerzo, constancia y de la habilidad para equivocarse y no tener miedo a volver a intentar.
Normalmente queremos que todo ocurra rápido, pero perdemos de vista que resolver las dificultades cotidianas de manera desesperada sólo brinda soluciones superficiales que, en poco tiempo, pueden generar problemas mayores.
¿Qué tan paciente eres? ¿Qué tan impaciente eres? Recuerda que las metas, objetivos y sueños se logran poco a poco, con perseverancia y muchísima paciencia.
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