La firma de los anexos del T-MEC que esta semana se llevó a cabo en Ciudad de México fue sorpresiva, inesperada e improvisada, en pocas palabras no hubo manteles largos.
Esta ñora era ñorita, o sea, muuuuy joven cuando se firmó el Tratado de Libre Comercio original. Fue el gran triunfo de uno de los personajes más peculiares de la política mexicana que luego se volvió incluso innombrable. Muchos años fue el villano favorito del mi-embajador-no-se-robó-el-libro-nomás-lo-ocultó-para-que-no-le-diera-frío hasta que de pronto dejó de ser el objeto de su atención y pasó a machacar a Calderón como el responsable de todo, hasta de que le diera dolor de estómago por andar comiendo en tanta fonda.
Por poco que esta ñora entienda de economía y política, es claro que un Tratado de Libre Comercio es lo más neoliberal que hay, o por lo menos, eso creía hasta que vio las celebraciones que se traen por la firma de los “anexos” hechos por el gobierno actual, que para haber matado al neoliberalismo lo dejaron muy vigente.
Cabe destacar lo de anexos, porque el grueso del nuevo tratado fue firmado por el fantasma del sexenio pasado, porque por lo menos para el me-siguen-quedando-grandes-los-trajes-porque-el-ajuste-de-un-sastre-es-fifí un hoyo negro se tragó al sexenio anterior. En los últimos días de ese hoyo negro fue cuando se cerró la negociación del llamado ahora T-MEC, aunque la aprobación en los congresos de Estados Unidos y de Canadá nomás no se daba. Acá por supuesto que se dio, en exprés, calladitos y sin chistar.
Las fotos difundidas donde se compara el momento de la firma del primer tratado con el innombrable y el segundo con el fantasma del sexenio anterior, hasta duelen en su contraste con la firma de los anexos de esta semana. Las dos primeras tienen mesas con mantel, en un escenario adecuado, con los presidentes atestiguando; la actual es una mesa pelona, igualita al escritorio de los escuincles, perdón, las bendiciones. La ñora debe confesar que la compró en una de esas esquinas donde a veces venden muebles. Pero cuando la usa de auxiliar en alguna cena le pone un lindo mantelito, porque una ñora siempre sabe qué es poner “de manteles largos” para una celebración.
Pues parece que la falta de mantel y de decoración –las sillas de los firmantes eran las de sala de espera de consultorio médico– son muestra de la improvisación y la imposición que enmarca la firma en sí. Porque lo de esta semana se negoció como de pronto, cuando todo parecía que se iba al siguiente año; mágicamente salieron los anexos, de cuya negociación se sacó a los empresarios que siempre habían estado involucrados en estas jugadas, los de aquí, los de allá y los de acullá. Lo cual huele mal, no porque los empresarios sean impolutos y fanes extremos de la justicia, sino que si algo se oculta es porque no les va a gustar. El ocultamiento es tal que por lo menos 24 horas después de la firma la versión en español todavía no se ha dado a conocer. Por lo visto los traductores del francés en Canadá son más rápidos porque esa versión ya está disponible, oui, oui.
O sea, básicamente el les-prometí-que-salvaría-el-honor-nacional-frente-a-Trun-a-cualquier-costo no ha podido leer lo que dice lo firmado. En el supuesto de que leyera, esta ñora sólo espera que en verdad le hayan informado bien y sepa que básicamente ha permitido que los gringos se paseen por el país con más libertad que durante la invasión que nos costó medio territorio.
Y como ya se sabe en política no hay coincidencias, el asunto estuvo precedido por la urgencia de Evo de ir a checar si la marrana había puesto en Cuba. El dictadorzuelo salió más corriente que los cables de luz porque ni se despidió de nadie, y mira que hasta renta de suburban y cooperacha para su estancia ya se había armado. La ñora se pregunta si ahora le gritarán: “¡Evo, hermano, ya no eres mexicano!”.
La segunda coincidencia fue la detención de Genaro García Luna, la cual en una primera lectura, como todos, la ñora pensó que era para desprestigiar a Calderón porque fue su secretario de Seguridad, pero luego de leer y oír otras opiniones, la ñora está convencida que se trata de un “comodín”. Ese hombre sabe toooooodo, y a los gringos, en algún momento les sirvió también tenerlo en la posición que estuvo. No se hubiera ido a vivir allá si hubiera sido considerado un enemigo para los gringos. Ahora, necesitan municiones para combatir no sólo al narcotráfico que ahora comercia con fentanilo, –que es una droga muy mala y que ha vuelvo más agresivos a los cárteles en muchas formas–, sino a los políticos mexicanos y conocer más los entresijos –la ñora también conoce palabras domingueras– de los acuerdos de todos los políticos con los narcotraficantes es oro molido.
Así que nuestro me-vale-ganso-que-el-petróleo-vaya-de-salida-yo-quiero-mi-cocol-de-Dos-Bocas no debe estar feliz, feliz, feliz de lo que pueda contar y seguramente en inglés el detenido. Parecería que hoy, está todavía más ahorcado por el poder de Imperio y mucho más lejos de Evo y sus amiguitos. Pero para como ha estado la política el último año, quién sabe qué pase para la siguiente semana. Esta ñora no gana para sustos, pues.
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