La brecha entre los que tienen acceso a escuelas particulares y los que no se está haciendo hoy palpable otra vez y se le agrega el factor de la conexión a internet.
La situación atípica que estamos viviendo, por fin, sí merece el adjetivo atípica, no como las lluvias que cuando resultan en inundaciones (siempre) son atípicas. Esta situación ha llevado a que la escuela, como la conocíamos ¡y amábamos! las ñoras, esté de parranda, sí por aquello de no andaba muerta… Las ñoras que tenemos la fortuna de contar con acceso a internet y a escuelas particulares si bien estamos luchando con la impresora y con tomar fotos a quince páginas del cuaderno para hacerlas ¿PDF? (¿Qué es eso?) Mientras tratamos de que el escuincle, perdón, la bendición use bien el compás sin amenazar con clavarlo en el ojo de la escuincla, perdón, la otra bendición… Y así estamos en la gloria.
La brecha entre los que tienen acceso a escuelas particulares y los que no se está haciendo hoy palpable otra vez y se le agrega el factor de la conexión a internet. Es cierto, que muchísima gente aun con pocos ingresos cuenta con un celular, lo cual de entrada es una excelente noticia, pero insuficiente para que la actividad escolar tenga regularidad, porque también implica que las profesoras tengan esas herramientas.
El extraño personaje que es Esteban Moctezuma anunció el uso de la televisión para ir cubriendo los contenidos para volver a la actividad en las escuelas que siempre anuncia en unas fechas más aspiracionales que la revista Quién. Esto recordó a la ñora el programa de televisión Plaza Sésamo, no porque Moctezuma le dé cierto aire a Abelardo, sino por el origen de ese programa. Se creó para usar la televisión de forma positiva y así cubrir la falta de educación preescolar en Estados Unidos. Muy pocos años después se mexicanizó, con el mismo propósito. Para que vean que esta ñora puso atención en la tele… ah, no, en sus clases en la universidad.
Claro, Plaza Sésamo se planeó, se consultaba a especialistas, no se hizo a bote pronto y fue un éxito por décadas. Varias generaciones aprendimos “de saber que vendrías te tendría un pastel…” o la diferencia entre “leeeeeejos y cerca”. Los que no se beneficiaron de este programa fueron los miembros del gabinete del insulto-a-los-periodistas-diciendo-que-son-de-Proceso-revista-que-me-apoyó-por-años y menos él. Se entiende que fue por cuestiones de edad y eso que se empezó a transmitir en México en 1972.
Si lo hubieran visto, ya le hubieran cambiado el nombre a PEMEX por el de Monstruo Comegalletas, que nunca tendrá llenadera, que las galletas como único alimento no son saludables como tampoco lo es tirar y tirar dinero a una empresa no sólo quebrada por los manejos de gobiernos anteriores y estrangulada por el actual, sino que no tiene futuro porque igual que acabó el reinado del carbón (¡tampoco se enteraron de eso!) el del petróleo apunta a terminar.
Quizá si el anuncio-recortes-a-todos-los-aguinaldos-aunque-sea-ilegal-porque-la-ley-me-queda-guanga hubiera visto Plaza Sésamo habría aprendido algo sobre la cooperación que se daba entre los muñecos (sus secretarios) y la gente real que a través de las muchísimas asociaciones de empresarios y profesionales han presentado muchos planes para amortiguar los impactos de la crisis y tomarlos en cuenta en lugar de darles con la puerta en la nariz.
Es posible que se hubiera enterado que mentir no es una buena idea, porque pasarse días y días diciendo que no va a endeudar al país, que no va a pedir préstamos a los organismos internacionales nada más porque Calderón sí lo hizo y una abrumadora mayoría de países lo ha hecho, pero a la vez tener a Elmo, perdón, al secretario de Hacienda anunciando que se hizo la mayor colocación en la historia de bonos en el extranjero y que eso también es deuda. La cual, además, con la devaluación del peso ha crecido en términos reales.
El vivo-de-los-aplausos-de-los-falsos-periodistas-que-me-preguntan-lo-que-quiero-responder habría aprendido la importancia de las palabras mágicas “por favor y gracias”, y que especialmente esta última la hubiera usado fuerte y claro para agradecer al personal de salud (todo lo que implica desde médicos hasta el afanador) con la mitad del entusiasmo que usa para criticar a sus “enemigos conservadores”, porque apenas ayer se atrevió a llamarlos héroes. Y lo son porque se están partiendo la cara para sacar adelante esta crisis, en medio de los recortes más infames y neoliberales que ningún presidente se haya atrevido a hacer y que dañan a todos, pero más, a los pobres que tanto dijo defender.
Si hubieran visto Plaza Sésamo…
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