La desastrosa cocina de AMLO

Habrá que ver si este trapo es de esos que duran y duran en las cocinas hasta por varias generaciones o son de esos que uno acaba tirando a la basura muy pronto.


Gastronomía política


Como es sabido esta ñora pasa mucho tiempo en la cocina, pero es hasta ahora que se dio cuenta que el soy-el-segundo-mejor-presidente-del-mundo-porque-vi-la-lista-de-premios-al-revés integró su gabinete inspirado por sus deseos gastronómicos y nos está obligando a todos a comer sus resultados.

La doñita, perdón, doña Olga Sánchez Cordero es como una tetera, y no porque cada trae una chamarra o jorongo que la haga ver más redondita, sino que la pusieron ahí en la estufa a fuego lento, chilla de vez en cuando por acumulación de vapor, hace alguna declaración estridente, luego alguien le baja el fuego y no sabemos más de ella.

El subsecretario López-Gatell es como el aceite que no es precisamente saludable cuando se usa en abundancia. Y sí ya desde antes sabía él la-mañanara-dura-más-entre-menos-tengo-que-decir que no es bueno freír la comida, que le iba a tapar las arterias, pero ¿quién se resiste al delicioso sabor de una garnacha frita? Pues sí, al principio hasta guapo lo venían, leía poesías, daba saltitos, citaba a las “fuerzas morales más que de contagio” o sea sí le dio buen sabor a la garnacha, pero no logró hacerla saludable y acumula cada día más muertos.

El intrépido Santiago Nieto, titular de la UIF, es como una de esas maquinitas para hacer tortillas que tiene dos planchas y una palanca para aplastar. Nada más que en lugar de ser usada para lo que sirve que es hacer tortillas, es decir, investigar y en caso necesario congelar las cuentas de los posibles delincuentes, es usado para aplastar chícharos, papas, carne molida, y hasta mantequilla. O sea, cualquier cosa que le moleste a no-satisfecho-con-haber-estafado-con-la-rifa-ahora-lo-presumo-mexicanos pasa a ser víctima del congelamiento de cuenta, pero ni por error se usa para hacer una tortilla, no es de interés nacional investigar a Pío, a Bartlett o a algún narcotraficante.

El secretario de Hacienda es como el horno de microondas: no calienta parejo la comida, pero qué quemadas te metes el asa de la taza, claro prefieres usarlo porque te da flojera sacar la cafetera y así es más rápido, te saca de problemas, pero no te sirve para preparar una buena comida nutritiva porque da mucho trabajo. En otras palabras, le da vueltas y vueltas al presupuesto para dejarlo igual, sin modificar ni cancelar las evidentes fugas que se dan en Dos Bocas, el Tren Maya o Santa Lucía, refriteando los programas dizque sociales.

¡Y qué decir de la flamante secretaría de Energía! Es un molcajete que presentó como la opción para sustituir en todo y para todo a la licuadora. Nadie duda que en el pasado el molcajete era la única opción para preparar una buena salsa y que sí te da un saborcito especial (¡hasta los árabes según ella le aplauden!), pero una licuadora te permite hacer muchas cosas más, más rápido y en mayores cantidades. Aunque es peor, en la obsesión por usar el molcajete no sólo se está ahogando Dos Bocas (literalmente está bajo el agua), sino que se está ahogando al país porque Pemex se está llevando mucho dinero del presupuesto y sin ninguna posibilidad de dar rendimientos. Tal cual energía desperdiciada.

La secretaria de la Función Pública no se queda atrás… bueno de hecho sí. Es como ese electrodoméstico que cada ñora que se respete heredó o que se lo regalaron un diez de mayo y que no sabemos cómo usar, lo presumimos mucho; pero lo refundimos en lo más profundo de un gabinete (¡qué coincidencia!) porque no sabemos qué hacer con él. Así le pasó al no-me-anden-queriendo-manchar-el-Zócalo-con-sus-manifestaciones-es-el-patio-de-mi-Palacio presumió hasta marearnos que no habría corrupción nunca más y por tanto, y al principio la secretaria aparecía hasta en la sopa; pero últimamente fuera de decir que fue histórico que visitara las oficinas del INAI, nomás brilla por su ausencia. A ver si con el torito que le lanzó esta semana la renuncia de Jaime Cárdenas, el ex del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado (la ñora quiere llorar sólo de escribir ese nombre que es el de una institución real) la vemos volver por sus fueros y justificar el espacio que ocupa.

Esta ñora no puede cerrar sin recordar la función del secretario de Relaciones Exteriores en este culinario gabinete: es el trapo de cocina. Y no se malinterprete por favor, todas las ñoras sabemos que el trapo es un instrumento importantísimo en la cocina: igual lo usas para limpiar un desastre, secar los platos, para mantener el calor de las tortillas o los hot cakes, para evitar quemarte con la agarradera de un sartén caliente y mil usos más. Sí tal cual como el que compra pipas, medicinas, consigue donaciones en China, contiene crisis, etc. Habrá que ver si este trapo es de esos que duran y duran en las cocinas hasta por varias generaciones o son de esos que uno acaba tirando a la basura muy pronto.

PS. Esta ñora pide ayuda a la comunidad para localizar a algún hijo de vecino que se haya ganado uno de los premios de la no-rifa. Porque eso de pensar que ni un hijo del pueblo bueno haya resultado millonario gracias a la rifa del no-avión, trae muy enojada a esta ñora, ¡qué maldito es el azahar, caray!

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