Lo que vivimos hoy, era previsible, dolorosamente previsible

Esta ñora ha pasado las últimas horas del enojo a la impotencia, al coraje, a la incredulidad y así de ida y vuelta con lo sucedido en Lagos de Moreno. No sólo por el hecho en sí, sino porque la acumulación de evidencias de la violencia desatada en nuestro país tiene cada día tientes más sádicos y eso que apenas llegan a las noticias unos cuantos de esos horrores.

Es que en cosa de unos diez días se vio cómo un tipo apuñalaba en plena calle a una chica, luego cómo un empresario acabó muerto porque le querían sacar lana antros; nos enteramos de que en Poza Rica había 13 cuerpos desmembrados y congelados, y luego lo de los muchachos desaparecidos en Lagos de Moreno. 

O sea, cualquiera en cualquier lugar puede acabar envuelto en hechos horripilantes y si tiene suerte su caso llegará a las redes, así tal vez, si no tenga justicia por lo menos sus familiares o los demás algo sabrán de los hechos… y quizá hasta recuperen el cuerpo. A esta ñora por supuesto que le parecería algo terrible saber que alguien de su familia o sus amigos lo mataron los criminales, pero le parece todavía más espantoso no tener ni siquiera esa certeza como miles de familiares de desaparecidos saben.

A veces, esta ñora recurre a la defensa mental de “seguro andaban en algo chueco” para crear una defensa mental que le permita pensar que a sus conocidos o cercanos no les tocaría la violencia; pero es un truco mental. Uno que quizá sea legítimo tener como una simple ciudadana que necesita seguir siendo funcional para el ñor y para las bendiciones, porque no se puede dejar vencer por la angustia que le da vivir en este país donde pasan estas cosas todos los días. 

Evidentemente parte de los intensos sentimientos que esta ñora ha experimentado también han sido generados por el me-rio-en-su-cara-y-me-creo-invencible. No por sus chistes o su risa, eso ni siquiera es sorpresa, sorpresa hubiera sido que saliera a hablar con profundidad del tema o hubiera presentado un plan mediante coherente para este caso o para cualquiera de los anteriores. 

A esta ñora le revienta que era obvio que íbamos a llegar a estos extremos cuando desde la campaña se pregonó que todo era un problema por falta de recursos y que con becas se solucionaría al día siguiente de la llegada al poder del voy-a-reventar-el-TMEC-por-falsamente-defender-al-maíz. 

Claro que esta ñora no va a presumir que imaginó leer o ver lo que se ha visto en estos años a estos extremos de crueldad, pero siempre ha comentado lo que se avecinaba era un vacío de poder porque el todos-los-que-me-piden-que-dé-resultado-son-malos-y-feos-y-mi-mamita-les-va-a-venir-a-jalar-las-patitas porque era un ídolo con pies con barro. Porque sus acciones eran más bien, lo contrario, era un dejar hacer que se llenaría con la fuerza de alguien más, y ese alguien más era el crimen organizado. 

Hoy no le queda duda ni a esta ñora ni a nadie, que la renuncia a combatir el crimen organizado no sólo es porque no puede ni sabe cómo, sino porque nunca pretendió hacerlo porque necesita al crimen organizado. Y lo más paradójico de todo es que todavía cree que detenta el poder, y la verdad es que encabeza el más grave vacío de poder que hemos vivido desde la Revolución Mexicana. 

Esta ñora por ahí leyó: ahora sí ya tocamos fondo… y desearía con toda su alma que fuera así, pero si algo nos ha enseñado este gobierno es que al día siguiente será peor, descubriremos algo todavía más cruel, violento o sádico; y la respuesta de las autoridades será una canción de Chico Che o de Paquita la del Barrio, y dos días después un comunicado de todos los gobernadores morenistas apoyando la difusión de música en la mañanera, todo esto aderezado con el silencio de las corcholatas que nada más alzan la voz para hablar en mítines pagados por los impuestos de los mexicanos o para acusar “mírenlo, le está dando mucho dinero a ella para que gane y yo ya van dos veces que me quedo con un palmo de narices, mírenlo, eh”.

Si algo desearía esta ñora sería tener el poder de hablarle a los jóvenes que se entiende que ni siquiera quieran pensar en la política porque sí es un desierto desolador, pero es un desierto desolador que se alimenta de la indiferencia. Pero si ellos especialmente no despiertan y empiezan a arrebatar la conversación a los chillones y a los sordos, será difícil que esto cambie, y se extenderá por más años el descenso a los infiernos de este país. No podemos permitir que siga una marioneta en el próximo sexenio, no podemos permitir que ganen el congreso sus pequeños gremlins que no han construido ni un solo acuerdo y nomás bailan al son que les marcan. 

Y tienen que ser esa generación porque son un grupo grande de votantes que pueden cambiar el rumbo, porque son los más expuestos a la violencia de estos salvajes y porque no pueden permitir que se les debilite por más tiempo la posibilidad de vivir, amar, reír, celebrar y simplemente caminar en paz por la calle. 

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