Esta ñora primero pensó que eso de que “se cree una farmacia en la CDMX donde haya todas las medicinas del mundo aunque en poquito” aplicaba para ese meme de “dime que gobiernas con ocurrencias mañaneras sin decirme que gobiernas con ocurrencias mañaneras”; pero luego lo pensó mejor y, sin duda, se trata de una propuesta con mucho que ofrecer para el crecimiento del país. Es muy raro que esta ñora vea con tanto optimismo cualquier propuesta del sigo-empeñado-en-defender-mis-ideas-no-científicas-sobre-el-maíz-aunque-reviente-el-TMEC, así que tal vez se deba al estado Zen que ha logrado estas vacaciones.
Como sea, esta ñora está sorprendida por la sencillez con la que se adaptaría esa idea básica, pero de origen divino, porque justo eso fue lo que Dios le ordenó a Noé cuando lo del Diluvio Universal. Esta ñora no se refiere a construir el arca, sino a resguardar ahí una pareja de todos los animales a su alrededor para salvarlos (quizá el arcoíris en la Ciudad de México el mismo día de la declaración fue una señal). Pero si no se quieren ver tan religiosos, esta ñora los invita a valorar la gran aportación que fue la biblioteca de Alejandría. De hecho, por ahí esta ñora propone el nombre de farmacoteca.
La biblioteca de Alejandría no le gustaría a mucho al loquito que se pasó por el arco del triunfo todas las leyes para hacer libros de texto, el Marx Arriaga, porque como eso de leer por placer es “neoliberal”, pero esa idea de guardar un ejemplar de todos los libros escritos es una de las grandes ideas de la civilización. Y la “farmacotea” funcionaría con un principio semejante, aunque a diferencia de las bibliotecas donde uno puede pedir prestado el libro, aquí nomás sería para ver.
O sea, esta ñora debe aclarar que en la farmacoteca la gente no podría tomarse las medicinas, nomás verlas y constatar que sí están. Así se logra demostrar que no hay desabasto en el país, porque con que haya una ya pues no hay desabasto. Además, se les podría permitir tomarse fotos con ellas y hasta fingir que se las toman, y capaz que se curan porque eso del efecto placebo dicen que es muy poderoso. Podría venir gente de todo el mundo a tomarse foto con su medicamento favorito o recetado, lo cual promovería el turismo y aunque el dólar debilucho le anda pegando a los ingresos en este sector, pues si viene más gente pues más dinero.
No sería tener un sistema de salud como en Dinamarca, pero sí nos acercaría a los países nórdicos, porque en Noruega está lo que llaman el Arca de las Semillas, que es un proyecto muy grande para conservar muestras de millones de semillas del mundo. El ñor, que por alguna extraña razón se atragantó cuando esta ñora le explicó las maravillas de esa idea, que sabe mucho de almacenes dijo que eso de la conservación sí sería un poco problemático, que en Noruega usan técnicas muy sofisticadas y caras para mantener viables las semillas. Y que en el caso de las medicinas sería complejo porque algunas necesitan refrigeración y hasta congelación, pero como acá nada más va ser para exhibición y conservación de las muestras pues quizá eso no importa tanto.
El ñor entonces le empezó a poner peros a eso de la ubicación en la Ciudad de México. A esta ñora, como chilanga y firme creyente de que la Ciudad es el ombligo del país, no le queda más que defender que aquí sería la mejor locación. ¿A poco no todos los letreros en carreteras del país dicen “México” cuando apuntan hacia el exDF? O sea, está perfectamente señalizado cómo llegar… y si un medicamento lo necesita alguien en Tijuana, pues sí le va a costar una lanita venir, pero los que visitaban la Biblioteca de Alejandría, ¿a poco se andarían quejando de que estaba hasta Egipto? ¡No! Se subían a un barquito y cruzaban el Mediterráneo o usaban sus patitas para llegar.
Por otra parte, la idea de la farmacotea no es distribuir los medicamentos, en eso fue muy claro el no-anden-diciendo-que-Clau-es-mi-copia-la-prueba-es-que-yo-como-mucho-y-ella-apenas-parece-comer-aire se trata de tener “poquito”, así tal cual como “muestra médica”, pero de medicinas de todo el mundo. A esta ñora le queda clarísimo que la innovación es al revés, no se trata de llevar a todos los lugares sino de traer de todas partes. De verdad, qué difícil es gobernar así con gente que no aprecia la innovación.
PS. Esta ñora niega y negará que esta súbito Zen que derivó en coincidir con el gobierno actual sea fruto de la Cuarta, de la cuarta margarita que se tomó…
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