La escoba mágica de Claudia

Quedarte atrapado en el tráfico con el escuincle, perdón, bendición desesperada es molesto, pero no amenaza tu vida.


Taxistas


Esta ñora tiene una gran amistad con la escoba, y no precisamente porque sea tan bruja que quiera que sea su medio de transporte. Bueno, de repente sí como el lunes fatal en que los taxistas malagradecidos decidieron bloquear con singular alegría varias “arterias viales” como dicen algunos periodistas.

Lo de malagradecidos no es invento de esta ñora, la mismísima barro-limpio-tallo-masco-chicles-tu-ru-rú dijo que no entendía por qué se manifestaban, o sea, eran unos malagradecidos. Y para ser solidaria porque nuestro amor por la limpieza nos hermana, esta ñora tampoco entendió muy bien por qué se manifestaron. Lo que sí quedó claro es que el asunto no se destrabó en alguno de los salones sin ventanas reforzadas porque creemos en el pueblo bueno de las oficinas de la Ciudad de México, sino en el despacho de un subsecretario de Gobernación, de cuyo nombre esta ñora no es que no se quiera acordar, es que de plano no puede.

Como tampoco puede la jefa de gobierno entender ni gobernar esta ciudad. No ha sido suficiente su pasividad ante las tres marchas con diferentes niveles de vandalismo, sino que ahora que había que negociar le quitan de las manos el asunto, ella sólo saca un video y hace su versión de “yo tengo otros números” defendiendo que fue el .4% de los taxistas los que en realidad se manifestaron. ¡Si han sido todos, a su mecha como dice su jefecito algodonoso! Claro que esos números son muy respetables en esta administración, después de todo se manifestaron más taxistas que lo que va de crecimiento económico que anda entre el .1 y la nada.

Esta ñora ha vivido lo suficiente en esta ciudad, o en este país, para saber que lo que se dio a conocer de la negoción que se “revisaría a las apps” si acaso es la punta del iceberg porque parece muy poca cosa contra lo que algunos quisieron creer que fue el peor bloqueo de la historia de la ciudad. Algunos acusaron a un antiguo funcionario de cuando la Ciudad de México era Distrito Federal de estar detrás de esos taxistas porque tiene suficientes concesiones como para convocar a ese .4 % tan efectivo. ¿Será que quiere que el próximo tequio la jefa de gobierno lave los taxis en lugar de vagones del metro? ¿Cuál sería el trueque?

Si en este caso el trueque no quedó claro, hay otro caso más misterioso aún. Uno que esta ñora no entiende por qué tardó tanto en llegar a los titulares de las noticias si se trata de personas que sí estaban privadas de su libertad de manera total. Lo de quedarte atrapado en el tráfico con el escuincle, perdón, bendición desesperada es molesto, pero no amenaza tu vida. En cambio, unos normalistas con la calma y la sangre fría de cualquier escuadrón del SWAT de las películas gringas roban camiones y secuestran por dos semanas a más de noventa choferes. ¡Y logran así su objetivo de colocar en “plazas” a ochenta y algo normalistas!

Esta ñora como cualquiera que analice esta situación se pregunta: ¿no que ya les habían garantizado las plazas en las leyes secundarias de educación? ¿Por qué esa violencia? Pero mientras barre la ñora se ha vuelto una máquina de hacer todavía más preguntas porque le surge una tras otra: ¿Cómo una situación claramente criminal a los ojos de cualquiera en el mundo acá se negocia con el mismo subsecretario que negoció con los taxistas (que en menor nivel también cometieron un crimen)? ¿Qué se negoció en esa misma oficina? ¿Cuál fue el trueque real?

Una confesión, esta ñora detesta barrer debajo de los muebles. Hay que hacer muchos trucos con la escoba para sacar la basura, los juguetes, los lápices y esas pequeñas cosas que se van debajo. Y honestamente, a los ojos de los demás, normalmente pasa desapercibido si se ha limpiado o no, pero acumula extraños secretos de la vida familiar. La ñora anda buscando por ahí si la secretaria de Gobernación anda por ahí porque francamente, no la ha visto en ninguna parte.

Mientras barre la ñora envidia la escoba mágica de Claudia porque parece a ella, y a varios gobernadores, les desaparece los problemas y los manda debajo de los muebles de la Secretaría de Gobernación. La ñora añora que alguien más se ocupe de sus problemas…

 

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