La crisis de las medicinas ha evolucionado y se ha cruzado de maneras que ya quisieran los productores de Netflix para sus series.
Hace unos años, cuando la ñora fue godín, tenía una compañera de trabajo, de esas que no falla en ninguna oficina, que era la reina de la venta por catálogo, en aquella época en la que esas actividades paralelas no generaban impuestos para las insistentes vendedoras. La doñita “cataloguera” era también la secretaria del jefe, o su guardiana, porque sin su anuencia nadie podía pasar. A veces, algunos sólo compraban por facilitarse el acceso y ellas siempre exigía el dinero por adelantado y completo.
Un día, de hecho, cerca del 14 de febrero, los ñores de la oficina le preguntaban muy discretos y en voz baja por sus encargos, la doñita los tranquilizaba con promesas de ya pronto. Y así, mientras más se acercaba la fecha la incomodidad crecía, y la discreción se rompió: las compras de cierto catálogo no llegarían, ¿la explicación? No se habían pedido los productos porque las tallas solicitadas no existían y a ella se le hacía “feo” decirles que sus mujeres eran gordas…
El escándalo fue terrible, intervino hasta Recursos Humanos prohibiendo todo en esa oficina; hasta tomar café en horas de oficina porque era “falta de probidad”. Obviamente, la doñita tuvo que regresar el dinero en mensualidades pues se lo había gastado, y no perdió su empleo sólo porque el jefe de verdad dependía de ella.
Esta ñora recordó ese incidente no sólo por la fecha del 14, sino porque escuchó el otro día en una entrevista con un ñor de la industria farmacéutica que la explicación a la falta de medicinas en el sistema de salud se debía en gran medida a que 30 por ciento de las claves (o sea, los nombres de las medicinas y su dosis) y 60 por ciento de las claves de equipo médico NO SE HABÍAN COMPRADO. Así, tan simple como eso. Y que el resto se había comprado tarde. Porque claro, como el me-ofenden-que-se-bajen-del-avión-pero-callo-como-momia-con-los-niños-asesinados decidió que las compras se hacían en paquete, o paquetototote, para todo el país y para todas las instituciones de salud pues son toneladas de mercancía.
La crisis de las medicinas ha evolucionado y se ha cruzado de maneras que ya quisieran los productores de Netflix para sus series. Ahora se vinculan con la no-rifa del avión que el no-me-subo-porque-el-avión-lo-chupó-el-diablo debería usar en lugar de exponer a los pasajeros de vuelos comerciales; pagar mucho dinero por mantenerlo sin operar más pagar todos los boletos de acompañantes. La no-rifa además viene santificada: porque no vaya a ser que una sola persona se sacara un premiototote y se corrompa con el maldito dinero, mejor 100 con menos… supone esta ñora que se corromperán proporcionalmente menos. El dinero que “sobre” se usará para las compras de equipos médicos… que algunos han publicitado que se han hecho con sobreprecios.
La no-rifa a su vez ha desarrollado dos tramas más interesantes que las explicaciones que tuvo que dar uno de los compradores del catálogo de la doñita a su esposa quien trabajaba en otro departamento. Por una parte, apareció mágicamente un cheque justo por la cantidad de dinero que ampara los premios. Porque a diferencia de las rifas parroquiales, legalmente, no se podría hacer una no-rifa que no tuviera garantizado los premios. Aunque todavía está por verse si en realidad el me-como-las-eses-al-hablar-aunque-otros-digan-que-son-las-heces puede usar ese dinero es del INFONAVIT… Algunos se han preguntado por qué no se ha usado ese dinero de una vez para comprar medicinas y no guardar la lana para los premios y esperar hasta septiembre… la respuesta es simple: si no encargaste las medicinas y los equipos, ni aunque tengas la lana van a aparecer, no son fruto de la magia y menos a esos volúmenes.
Sin embargo, la otra trama es más glamorosa porque implica a los acaudalados empresarios, a los que invitaron a tomar atole, la ñora quisiera que fuera una forma de hablar; pero no, sí les dieron atole, junto con una carta de extorsión… Es como una doñita como la de mi época godín, pero multiplicada por 20, 50 y hasta 200 millones de pesos para asegurarse la venta de 4 millones de “cachitos”. ¡Un moche de oro, pues!
Porque ya parece que el bailo-dando-vueltas-como-si-alguien-le-hubiera-jalado-al-excusado iba a hacer el oso de quedarse sin vender sus seis millones de boletos, así que parte se los está encajando a los empresarios bajo la sombra de Santiago Nieto (en este sexenio Peña no existe, nomás Nieto) que les revisará las cuentas o les cancelará cualquier negocio que tengan con el gobierno si no “copelan”.
El broche de oro de esta trama, para esta ñora es… ¿y el presupuesto del año pasado que no se usó para comprar las claves de los medicamentos y equipos médicos… dónde está? Esa es la pregunta que esta ñora no tiene idea por qué nadie hace.
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