Esta ñora compara las telenovelas que solía ver cuando sus bendiciones eran pequeñas a la que ahora tiene oportunidad de ver… Las mañaneras.
Cuando los escuincles, perdón, las bendiciones, eran pequeños la ñora era muy aficionada a las telenovelas. No a todas y no por falta de ganas, sino de tiempo. La ñora ya no recuerda muy bien esos días, pero estaban absolutamente dedicados a lograr que comieran, que se bañaran, que no se mataran en la escalera, que medio alzaran sus juguetes y otros logros así. Pero el logro más importante era que a las siete y media cuando más tarde estuvieran metidos en sus camas y aprendieran a fingir que dormían, aunque no fuera así. La ñora odiaba el cambio de horario e invirtió en cortinas muy oscuras para engañar a sus escuincles con que el sol ya se había ido, hoy confiesa.
Pero una vez que lograba que estuvieran en sus camitas y se vieran todavía más bellos dormiditos, la ñora se instalaba frente a la televisión a ver su telenovela del momento. Era ideal este tipo de programa porque no le exigía a la ñora más que dejarse llevar sin pensar demasiado. Algunas se hacían en unos lugares hermosísimos y la ñora viajaba a Oaxaca, a Valle de Guadalupe, a Acapulco y añoraba los pasados años de su juventud cuando podía andar con ropa tan linda ¡y completamente limpia! como la de las protagonistas –algunas nunca se las hubiera puesto ni aunque le pagaran—, pero las que más le gustaban a la ñora eran las telenovelas de época. ¡Ay, esos vestidos! ¡Esos bigotitos bien cuidado de los galanes! ¡Los sombreros y los guantes antes de salir!
Con el tiempo y el crecimiento de las bendiciones que llevaron a esta ñora a trasladar su vida al auto, y sobre todo, con las opciones que hoy en redes, esta ñora dejó de ver telenovelas. O por lo menos, la versión clásica porque muchas series son telenovelas nomás más cortitas y en inglés con dragones y espadas. Pero últimamente la ñora se ha aficionado de nuevo a la telenovela actual: las mañaneras.
Esa telenovela venida a menos, porque el protagonista aparece con un traje de pésimo corte y los zapatos poco boleados, le falta presencia, pero compensa con palabras, una verborrea que en cómodas mensualidades va entregando cada mañana. Y como en las telenovelas usualmente pasa lo mismo en cada capítulo: “yo tengo otros datos”, “estamos trabajando”, “no hay corrupción porque yo lo digo”, “estamos mejor que antes”, “los gobiernos neoliberales son más malos que comer carne de puerco en viernes santo”, entre otras frases fijas.
Pero a veces en viernes aparece un nuevo personaje. Es importante que sea viernes para mantener el suspenso hasta el lunes. Pues el pasado viernes que aparece otro canoso a desafiar al protagonista. No es que haya hecho nada espectacular, pero con la trama tan plana que traía esta telenovela cualquier cosa levanta el raiting. Nomás se paró, le “increpó” según los fans del protagonista o le “cuestionó heroicamente” según los fans del segundo canoso. Tres preguntitas, un poquito de ridículo y se fue.
El momento deleitó a muchos, pero no pasó de ahí, de un momento. El lunes no sólo volvió la trama aburrida, sino que se amenazó veladamente… ni tan velada, abiertamente a los periodistas que volvieran a intentar robar el foco con lanzarlos a la plaza pública como en época de la Revolución Francesa para ser decapitados. Por lo pronto, nomás lo dijo figurativamente.
Esta ñora no entiende por qué ante tamaña amenaza los periodistas y los medios no boicotean la mañanera de manera conjunta y organizada. Supongo que por la misma razón que la buena de las telenovelas le cree todo a la mala, le acepta todo tipo de engaños al galán y se somete sin cuestionamientos a todas las pruebas de la brujil suegra: sin eso no hay telenovela.
La política mexicana como cualquier política es espectáculo… Ojalá los periodistas se den cuenta del verdadero poder que tienen si se organizan, por lo pronto el papel de damisela golpeada en espera de redención externa lo están haciendo muy bien. Bienvenida la nueva telenovela 4T.
PS. Esta ñora se confiesa parcialmente víctima de las fake news. La semana pasada escribió que a los nuevos mirreyes les habían dado el dinero directamente en efectivo. No fue así, fue mediante una orden de pago personalizada que cobraron en efectivo en Banco Azteca mostrando su credencial de estudiantes sin necesidad de que sus padres los avalaran. Es decir, sí tuvieron que hacer algo para obtener su efectivo: formarse en un local aledaño o dentro de una tienda con cómodas mensualidades como las tiendas de raya de antes. ¿Preparando a las huestes para que les guste hacer filas para recibir la tarjera de racionamiento? ¡Demasiada televisión ha visto esta ñora!
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