Los años que nos había tomado como sociedad distinguir la división de poderes y los órdenes de gobierno se están cayendo y nos saldrá también muy caro, nos tomará años recoger y volver a pegar todos esos cachitos.
Esta ñora sabe que, con la edad, la mente se va a haciendo, digamos, más selectiva, recuerda a “cachitos”. Supone, por tanto, que fue la demencia senil la que llevó al me-hago-el-graciosito-porque-hacerme-el-inteligente-no-me-cree-nadie a “olvidar” la fecha del evento más comentado en las últimas semanas, el paro de mujeres del día 9 de marzo, y tratar de montar a la venta los cachitos del problema que creó él solo. Un problema que no es de un cachito, sino del tamaño de un avión, el cual ha enredado de tal manera que cada día es más grande. Un problema que no ha podido resolver de ninguna manera eficiente, que acabó embarrando a los empresarios y que esta ñora apuesta que y que terminará en un ridículo donde “sorpresivamente” una docena de funcionarios ganarán los premios y “generosamente” los donarán para cachitos de becas.
A no ser que no sea olvido, y de verdad, tenga un absoluto desprecio por los millones de mujeres que han decidido unirse en la ausencia para mostrar el peso de su presencia, para elevar la voz por la violencia que en tantas maneras se viven en los hogares, en las escuelas, en las calles, en las oficinas. O tal vez, como su memoria es selectiva y sólo vive de adulación, sí recuerda que en ese hoy lejano y apabullante triunfo electoral, las ñoras en proporción votaron menos por él y nos la está cobrando.
O quizá es que su innovadora manera de hacer política del siembro-una-ceiba-donde-el-clima-no-favorece-su-desarrollo-a-ser-si-ojalá-se-logra sí son los cachitos. Así parece en materia de salud donde el desabasto de medicinas apunta a crecer y crecer: los lotes se agotan, las listas de faltantes crecen y las probabilidades de resolverlo se hacen cada día más cachitos. No se compraron a tiempo y ahora no se pueden comprar porque ningún laboratorio tiene tales cantidades de medicinas, apenas hay para surtir el mercado privado. Los pedidos grandes se hacen bajo encargo: ¿Qué tan grandes serán los pedidos para satisfacer TODAS las compras juntas para todos los hospitales públicos de un país donde cabe media Europa?
Las compras en el extranjero sin control de calidad ya han resultado en muertes y, en el escenario actual de inestabilidad por el Coronavirus, se ve difícil que algún país decida vender a otro lo que en un momento dado pueda necesitar. El sistema de salud está en cachitos.
El combate al Crimen Organizado, para lo cual se dijo que se creó la Guardia Nacional también está a cachitos. Hace un año más o menos, luego de traicionar la ley que decía claramente que el mando debía ser civil, el mi-única-respuesta-a-las-peticiones-es-dar-dinero-en-becas nombró descaradamente militares para encabezarla.
Una de ellas que dizque tenía 12 doctorados, ya fue destituida por corrupción. La Guardia no tiene presupuesto propio en este año, vive de prestado: las compras de equipo las hace la SEDENA, los que la forman siguen siendo soldados o marinos que nada más se ponen un cachito de tela en el brazo que dice GN. Para las fotos usan uniformes de camuflaje para nieve (según expertos) porque claramente vivimos en un país invernal, y al parecer también hay corrupción en la asignación de los contratos para esos uniformes. Guardia a cachitos y con retazos.
El cachito más significativo en el combate al crimen es la hora diaria, ¡una hora diaria! (¡menos tiempo de lo que esta ñora invierte en llevar y traer escuincles, perdón, bendiciones, a la escuela!) que dedica cada madrugada el me-valen-gorro-mis-secretarios-de-gobierno-no-pueden-tocar-a-mis-incondicionales-yo-mando-a-todos. Es el único cachito de tiempo que le dedica, según ha dicho.
Después de eso, el problema desaparece; no sea que los narcos y sus familias que son los únicos por los que abiertamente ha mostrado un cachito de compasión se le enojen: ¡ay pobre mamá del Chapo! ¡ay, qué condena tan horrible en Estados Unidos! Esta ñora desearía que estas últimas frases fueran inventadas por ella; pero no, sí han sido dichas; en cambio en pésame explícito y con nombre a las familias de tantas víctimas no ha podido salir de sus labios. Tuvo la crueldad de llamar simplemente “la niña”, a Fátima Cecilia la pequeña que fue víctima de un crimen escalofriante y de la que medio México sí sabe el nombre.
Pero además de las continuas muertes de mexicanos y mexicanas ya sean víctimas del crimen organizado, de la descomposición social o del hundimiento del ya frágil sistema de salud, esta ñora lamenta que las instituciones como la Comisión de Derechos Humanos, el INE o el Coneval, además de otras que son mucho más especializadas como la CRE, y otras se estén haciendo cachitos, porque son las que ponen cierto orden y equilibrio a las funciones del ejecutivo. A corto y a mediano plazo, los daños de esa concentración de poder, ahí nada de cachitos, cobrará facturas que todavía no vemos.
Los poderes Legislativo y Judicial, así como los gobiernos locales y hasta municipales, tampoco cantan mal las rancheras, y si operativamente todavía tienen algún cachito de independencia, en la mente de la gente, se han vuelto otra vez una sola cosa contralada por una sola persona, a la que se le reclama todo (aunque nunca solucione nada). Los años que nos había tomado como sociedad distinguir la división de poderes y los órdenes de gobierno se están cayendo, esto también saldrá muy caro, nos tomará años recoger y volver a pegar todos esos cachitos.
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