Vivimos en una sociedad acostumbrada a los placeres y la inmediatez. Sin embargo, el control de nuestros deseos, instintos y emociones es imperativo para una vida moral y exitosa.
Dios ama a los homosexuales, alcohólicos, adúlteros, asesinos, envidiosos, soberbios. Dios ama a todos los pecadores, tanto que dio su propia vida por nosotros.
Vivimos en una sociedad acostumbrada a los placeres, a la inmediatez y a la gratificación instantánea. Sin embargo, el control de nuestros deseos, instintos y emociones es imperativo para una vida no sólo moral, sino hasta exitosa.
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