En la reciente Cumbre del G7 (19 a 20 de junio), no se llegó nuevamente a ningún acuerdo en relación al medio ambiente. Trump no quiso manifestar si seguiría en el “Acuerdo de Paris”, diciendo que la próxima semana lo decidiría. Finalmente se retira del pacto, lo que va de acuerdo con sus acciones de reactivar las industrias del carbón y del petróleo, con el argumento de que, según él, los cambios climáticos y el sobre-calentamiento son puro cuento.
Ángela Merkel, la canciller de Alemania, manifestó claramente: “Los tiempos en los que podíamos contar con los demás han quedado atrás… debemos luchar por nuestro propio futuro, como europeos, por nuestro destino”.
El politólogo alemán Jurgen Hardt declaró que en lo que se vio, Trump quedó aislado, que no representa lo que se espera de un presidente de Estados Unidos ni en lo intelectual, ni en lo que respecta al potencial de su país.
Es triste constatar que el interés de las mafias económicas y de izquierda, la ambición de riqueza y poder de las mismas, la corrupción, siguen siendo la pauta a seguir a nivel mundial. Muchos gobiernos mantienen sus acciones enfocadas a generar utilidades para la mafia que ostenta el poder, importándoles muy, pero muy poco el interés general. En un problema global, no se alcanzará la solución, si no se actúa globalmente.
Ahora eso de que los cambios climáticos producto del sobre-calentamiento son cuento, según Trump, puede verificarse fácilmente observando lo que está pasando a cada instante. Por un lado, Somalia y Kuwait están resintiendo el inicio de una hambruna provocada por la falta de lluvias necesarias para la producción agrícola-ganadera; y por otro lado, están los aguaceros, las inundaciones y deslaves provocados por un exceso de lluvias.
Después de que no quería llover, había sólo precipitaciones esporádicas, a pesar de haberse iniciado la época de lluvias, y ahora caen lluvias torrenciales que no quieren parar, causando daños inmensos. Escuchamos de inundaciones en Chihuahua, donde se presentó un tornado, que lo mismo pasó en Puebla. En Veracruz, en Chiapas, Hidalgo Monterey, la Ciudad de México y otras muchas partes, inundaciones. Gracias a Dios no ha habido deslaves o deslizamientos de cerros, como recientemente en Colombia y Perú. Pero el tiempo, de plano está loco y cada vez lo está más. Y eso que según Trump no ha habido cambios climáticos. ¡Qué tal si los hubiera habido!
Lo preocupante es que con sistemas corruptos, que mantienen la impunidad a los delincuentes, a las mafias que forman y a los políticos banales, los problemas ambientales, sociopolíticos, de seguridad, productividad, pobreza, hambre y muerte, no podrán resolverse (Trump alta corrupción, vendido a las mafias petroleras y otras, igual que Peña Nieto y otros).
México y el mundo necesitan un cambio, pero no a la izquierda, como fue el cambio de Venezuela y lo que nos sucedería si llegara a ostentar el poder el Peje apoyado por Maduro, lo que no sólo aumentaría la magnitud de los problemas; sino al centro, donde rija la libertad, la justicia, la igualdad de derechos, porque esa no la hay donde gobierna una mafia y los políticos, los carteles y demás delincuentes (cobijados por Derechos Humanos, Amnistía Internacional, etc.), gozan de prerrogativas de las que se encuentra privado el pueblo, del cual se valen para vivir como reyes.
La impunidad provoca la catástrofe política de la sociedad, que conduce fácilmente a una ingobernabilidad, como en Venezuela. Pero esta situación que parece no tener solución, puede superarse como históricamente se ha demostrado en repetidas ocasiones. Citaremos sólo tres casos.
El primero, el de Isabel la Católica. Enrique IV, rey de Castilla, medio hermano de Isabel, dilapidaba las riquezas del reino en festejos, torneos, escándalos y sus amantes (igual que ahora nuestros políticos). El país era un campo de batalla entre señores feudales, los caminos y poblados estaban asolados por asaltantes, el pueblo tenía hambre y se extendía la miseria. Isabel, al ser coronada, actúa apoyada por los caballeros de la Santa Hermandad, restablece el orden y la justicia. Después de lograr la unificación de España, inicia la época de oro Hispana.
El segundo, el Káiser. En 1806 Napoleón Bonaparte desintegra el Sacro Imperio Germano-Romano fundado por Carlo Magno mil años antes (800 a 1806 DC.), se origina la debacle, cada reino o ducado va por su lado, no hay seguridad ni prosperidad. En 1871 la guerra contra Napoleón III, da motivo para la fundación del Segundo Imperio encabezándolo Federico Guillermo Rey de Prusia, reino formado por los Caballeros Teutones en el Medioevo. La puntualidad, orden y justicia del Rey se generaliza en todo el pueblo alemán, que desde entonces es reconocido por sus cualidades.
En el tercero, de la misma época que el anterior, los tiempos de Don Porfirio, México en tiempos de Juárez y de Lerdo de Tejada era un país quebrado, diezmado por la inseguridad, asaltos en caminos reales y en poblaciones, en las casas mismas, que de ahí viene el dicho de que “se oyen pasos en la azotea” se extiende la pobreza y la falta de seguridad. Pero entra Don Porfirio, con sus famosos “Rurales”, establece el orden, se acaba la corrupción, se establece el orden y México resurge al progreso llegando a ser un país próspero, una potencia a la altura de los mejores países del mundo en lo económico, cultural y militar.
Siempre el denominador común es que no hay impunidad porque no hay corrupción. En todo domina algo que nosotros ahora también requerimos, la instauración de la cultura de la vida y del amor. Eso es lo que tenemos que lograr.
“Donde hay Bosques hay Agua y Aire puro; donde hay Agua y Aire puro hay Vida”.
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