Identidad es lo que se es y si deja uno de ser lo que se es, se pierde la esencia, se queda como una pobre hoja al viento, sin rumbo ni destino, a merced de como sopla el viento. Estamos en grave peligro de perder nuestra identidad. La estamos perdiendo.
Una joven más asesinada cobardemente, ahora en Tlaxcala. Se empezó en Puebla y en la Ciudad de México, siguió Sinaloa, cuantas más habrá. Igualmente aumentan escandalosamente los robos a los ferrocarriles, a pesar de que la Marina acaba de ultimar al supuesto jefe de bandas. Los huachicoleros no aflojan. La delincuencia esta desatada. La Coordinadora de maestros hace nuevamente acto de presencia con actos violentos y marchas, cierre 4 de autopistas, quema de vehículos y edificios. Hay que tener en cuenta que esta coludida con los narcos, ha actuado de acuerdo con el Cartel de los Rojos en pugna con el Cartel de los Guerreros por el control del territorio. Robos, asaltos, secuestros, violaciones, asesinatos, extorciones, enriquecimiento ilícito, son delitos todos que han aumentado apenas en los últimos años en forma tremenda.
Se habla de que lo mejor es la prevención. Con operativos y planes de “prevención” quieren supuestamente acabar con el gran arcoíris de la delincuencia. Pero la prevención tiene que ser de fondo, no solo con algunos factores de ella. Para esto tenemos que recuperar nuestra identidad, la que por la acción descristianizadora de la izquierda (masonería) estamos perdiendo poco a poco.
Se pretende que nuestra identidad, son nuestra riquísima cocina, nuestras canciones, bailables, pintura, nuestras costumbres y tradiciones, nuestro idioma, nuestra cultura. Pero aunque estemos orgullosos de todo esto, lo más importante, lo que da fuerza a todo lo demás, lo que es el alma, el corazón y gracias a ello tenemos esa extraordinaria solidaridad, ese gran sentido de familia que nos caracteriza, esa disposición de estar el uno para el otro, en lo que fundamenta nuestra identidad es nuestra fe, la que nos han querido hacer perder paulatinamente con una y la otra medida, con leyes antinaturales, con resoluciones de la Suprema Corte de Justicia, con costumbres importadas, con argumentos que no tienen ni pies ni cabeza, pero que presentan como si fuera el evangelio y que difunden a través de Medios de Comunicación (TV, radio, prensa), que por interés se prestan. La Educación la han convertido en deseducación, porque una instrucción sin valores, sin fe, definitivamente no es educación.
¿Cómo no quieren que crezca la delincuencia, los robos, asaltos, secuestros, violaciones, asesinatos, extorciones, enriquecimiento ilícito, siendo los primeros delincuentes nuestras autoridades, políticos y empresarios corruptos?
Se pretende acabar con el acoso y manoseo de las mujeres y jovencitas con leyes, como han querido acabar por decreto con la pobreza y con la corrupción. Leyes que junto con Derechos Humanos, Amnistía Internacional y otras, dan más apoyo a los delincuentes que a ciudadanos honrados, inclusive bloquean totalmente a estos para obtener armas para defenderse, mientras que los delincuentes pueden conseguir las que quieran.
Y todo está, en que estamos perdiendo cada vez más rápido nuestra identidad, que ha estado basada en ser un pueblo con valores arraigados profundamente, pero que muy a pesar con campañas insidiosas estamos perdiendo poco a poco. La labor descristianizadora está haciendo mella. Estamos a merced de la violencia y de los delincuentes como nunca lo habíamos estado. Estos no respetan a ancianos, mujeres o niños, ni lo más sagrado. Lo que rige su vida es la riqueza habida fácilmente y se llevan entre las patas del caballo lo que les estorbe.
Nuestra identidad que surgió cuando con la Aparición de Nuestra Señora María Reina Virgen de Guadalupe, se fusionaron en el mestizaje (que ella misma representaba como Virgen Morena) dos pueblos notables por su temple y nobleza, dando ocasión al nacimiento a la gran Nación Mexicana. Un solo pueblo con una misma FE, la que se ha ido haciendo a un lado creando la vorágine actual y la que hace falta recuperar (la Fe), para superar este caos en el que nos estamos hundiendo.
Viene nuevamente a colación la ya famosa frase de Ángela Merkel: “Si Europa (Igual México y el mundo) quiere salvarse, tiene que regresar a sus orígenes, a sus raíces cristianas, a Cristo, a leer la Biblia.” Esto en todo, aun en lo más importante el medio ambiente.
La conspiración de las mafias (masonería) por descristianizar al mundo, por ambición y soberbia y por odio a la obra de Dios, su Iglesia, debe conocerse para detenerla y poder recuperar nuestros valores. El Cardenal Caffarra (Info-Vaticana, 11 sept. 2017) en la conferencia que ya no llego a dar por morir cuatro días antes del evento, manifiesta claramente: “El primer deber de toda la Iglesia es denunciar esta destrucción de lo humano derivada de la expulsión de Dios del horizonte de la vida”. Ya San Francisco de Sales (1567-1629), perseguido cruelmente por los calvinistas en Ginebra nos dice: “A los enemigos de Dios hay que darlos a conocer…” y Su Santidad León XIII (1884): “Arrancad a la masonería la masacra y mostrada al pueblo tal cual es… La masonería es un auxiliar poderoso del reino de Satanás.”
Tenemos que lograr que nuestro pueblo, en su gran mayoría muy bueno (Católico-Guadalupano), se defina por la cultura de la vida y del amor en su vida diaria, ya que en ella se basa nuestra identidad. Solo así lograremos recuperar la paz, tranquilidad y prosperidad, que ansiamos y que ya en tiempos de Don Porfirio gozamos plenamente.
“Donde hay Bosques hay Agua y Aire puro; donde hay Agua y Aire puro hay Vida.”
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