Distintos estudios han recomendado políticas familiares al interior de la empresa que procuren el bienestar de los colaboradores y sus familias, y que su vez, retribuyan al bienestar de la empresa.
El COVID-19, además de convertirse en una pandemia y uno de los retos de salud más importantes de este inicio de siglo, está siendo un detonante de situaciones no esperadas y no planeadas en el ámbito económico, social, político y familiar.
Hoy, por ejemplo, muchos centros de trabajo han tenido que cerrar sus puertas y muchos colaboradores hoy están trabajando desde sus hogares, obligando a ambos a usar una herramienta, conocida, pero no siempre aprovechada o valorada, el home office.
A largo de estos días, se han habilitado muchas herramientas, conferencias y contenidos para llevar a buen puerto esta forma de trabajo. En este artículo me gustaría profundizar en el contexto en que toma esta contingencia a la familia y a la empresa, y también, el impacto, retos y oportunidades del home office en ambos, hacia el futuro.
Distintos cambios socioculturales y demográficos se han dado en las últimas décadas, como el aumento de la esperanza de vida, cambio en los hogares con un solo ingreso, el positivo aumento de la participación laboral femenina y el desarrollo exponencial de las tecnologías de comunicación.
Estos cambios han tenido un impacto dentro de la empresa, pero también de la familia. Estas dos realidades son distintas en muchos aspectos, siendo la primera un espacio donde generalmente se prioriza la productividad y eficiencia y la segunda donde se busca procurar la reciprocidad y la complementariedad. Estas dos realidades distintas tienen mucho que aportarse la una a la otra, que hoy no se han sabido vincular del todo y que les urgen esquemas de vínculo y sinergia.
Distintos estudios han recomendado políticas familiares al interior de la empresa que procuren el bienestar de los colaboradores y sus familias, y que su vez, retribuyan al bienestar de la empresa. Guglielmo Faldetta, académico italiano, propone tres tipos de políticas:
• Articulaciones temporales, como flexibilidad horaria, permisos y licencias
• Articulaciones espaciales, como teletrabajo o “home office
• Servicios, como guarderías y salas de lactancia
De las anteriores, el home office podría ser un primer paso y una estrategia interesante en varios aspectos. Primero, no requiere un gran presupuesto para ser implementado, inclusive podría reportar un ahorro a la empresa. Segundo, además de ser una articulación espacial, también impacta como articulación temporal, al hacer flexible los “dóndes” también impacta en los “cuándos”. Tercero, sin sustituir a los servicios, puede abonar a la administración del tiempo del colaborador, lo que puede facilitar la gestión del tiempo familiar.
El mismo Guglielmo Faldetta menciona algunos beneficios del home office, pero también algunos retos con base en las experiencias documentadas en Italia y algunos países de Europa. Entre los beneficios se encuentran:
1. Retención de los trabajadores (reducción de la rotación laboral)
2. Aumento de confianza y lealtad recíproca (entre empresa y colaboradores)
3. Atraer colaboradores (y talento competitivo)
4. Reducción de los niveles de estrés
Así mismo, algunos de los retos encontrados son:
1. Preocupación de trabajadores de que su carrera no avance de la misma manera
2. Cultura dominante de jornadas laborales rígidas.
3. Conocimiento escaso del funcionamiento y herramientas
4. Falta de adecuación en la infraestructura y tecnologías de apoyo
Hoy, ante la contingencia, muchos centros de trabajo se han visto obligados a trabajar en la modalidad de home office, situación que ha derrumbado (por lo menos temporalmente) los dos primeros retos planteados por Faldetta y ha puesto a lidiar con los últimos dos. Esta situación debe llevarnos a reflexionar, hacia el futuro, sobre los beneficios que este tipo de herramientas tiene para el colaborador, para su familia y para la empresa, de manera que se pueda aspirar a generar un círculo virtuoso entre el crecimiento de la empresa, el bienestar del colaborador y su familia y el desarrollo de la comunidad.
La contingencia ante el COVID-19 es un hecho sin precedentes y además de los retos que plantea, no podemos dejar de ver las potencialidades y el “cambio de chip” que podemos impulsar en términos de la gestión del trabajo en vías de un balance entre la vida laboral y la vida familiar.
Mientras tanto, sigamos las recomendaciones y cuidémonos los unos a los otros; esta contingencia requiere de la colaboración de todos.
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