Para apoyar a AMLO en su poder, primero se debería tener conocimiento de sus objetivos, propuestas e iniciativas, pero esto no va con los amlovers o chairos.
Se entiende que un político como el presidente López Obrador quiera mantener a sus bases activas para que no bajen los brazos. Parte de eso es lanzarlos a batallar con el enemigo. Las bases de apoyo de AMLO no son cualquier cosa. En las redes sociales funcionan como hordas. Básicamente insultan, inventan historias de los personajes que detestan y se mueven en equipos (ellos les han de llamar células o algo por el estilo) para intentar ridiculizar, asustar, linchar a quien piensa distinto. En eso son un ejército eficiente.
Sin embargo, nada es para siempre. El ejercicio de permanecer en los medios como figura única antes de entrar a gobernar, ha sido una decisión de López Obrador que evidentemente ya le está generando costos. Sus ataques y denuestos no son sólo a los adversarios políticos, sino –ya lo hemos comentado en este espacio– a quienes serán sus subordinados: los soldados, los policías, los marinos, los burócratas. Para ellos, puro insulto. Además, la falsa creencia de que todos los 30 millones le pertenecen y fueron votos de apoyo permanente se les comienza a voltear. Hay gente que votó por él por cambiar al sistema, hubo quienes votaron por él para no continuar con un modelo político de intercambio de personajes, otros tantos por estar hartos de la corrupción y la impunidad. Es claro que muchos de esos votantes están a disgusto con quien ha mostrado como foco de gobierno la ocurrencia y los sinsentidos. Y también la gente que cree en las libertades, que vemos proyectos y dichos del presidente electo como una amenaza contra la libertad que tanto costó conquistar.
Uno de los problemas de los amlovers o chairos –como se les dice en las redes– es que, al igual que su líder, no conocen los matices. Ofrecen obediencia ciega y la exigen a los demás. Para ellos el país está lleno de traidores, de saqueadores voraces y defensores del régimen derrotado el pasado julio. A la sumisión en la que viven, exigen la de los demás. Ofrecen su rabia como defensa y reciben el gesto aprobatorio de su líder. Serán años de ambiente rudo.
No se sabe bien si como parte de los cambios o simplemente como parte del desorden que impera en el equipo del próximo presidente, la señora esposa del presidente ha decidido participar en la repartición de adjetivos y en el señalamiento de enemigos. Ayer señaló en un tuit que “el conservadurismo de izquierda o de derecha nubla el juicio”. Ella no se ve con el juicio muy despejado que digamos, pues en abierta amenaza a la revista Proceso señaló: “lo bueno es el desenmascaramiento”. Consideran que los medios están enmascarados, que una opinión en contra de su proyecto les quita la máscara y los ubica del lado de los traidores.
La portada del semanario Proceso causó desencanto y estupor en la fanaticada lopezobradorista. En lo personal, me parece que la portada obedece al amarillismo deleznable y ramplón que domina en esa revista desde hace varios años. La sorpresa para ellos es la falta de sumisión de quien pensaban aliado y promotor. Las palabras de la portada son parte del ejercicio político. El fracaso siempre asoma en los proyectos de gobierno, la imposibilidad de cumplir todo ha sido documentada internacionalmente de manera repetida. Y aislarse es parte de lo que sucede con los gobiernos después de una crisis o cuando se acerca el final. Lo que sorprende es que López Obrador haya decidido aislarse y atrincherarse con los suyos desde el principio.
Es cierto que no ha empezado su gobierno, pero también que sus decisiones ya comenzaron a generar diversos costos, no sólo en el pago de la cancelación de contratos, sino en la pérdida de miles de empleos el mismo día que él iniciará su gobierno. No han comenzado y ya se están quejando de que los tratan mal.
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