En Baja California, Lupita Jones, candidata del PAN, parece recobrar algo de la popularidad de ese partido frente al deterioro que representa el millonario Bonilla y su gobierno de la cuatroté.
Las campañas arrancaron. Según las encuestas de El Financiero, veremos competencia en algunas. Lastimosamente en Guerrero ganará la expresión más clara de lopezobradorismo: Salgado Macedonio. Se trata de un hombre primitivo que roza la conducta criminal, pero que, quizá por eso mismo, goza del apoyo presidencial. Todo parece indicar que para ese estado no hay salvación. Mientras sea triunfo, no importa.
Al presidente no le importan las victorias de quienes vayan a gobernar. Le importan los distritos federales que le puedan dar esos triunfos electorales. Él va por la mayoría en el Legislativo. Es claro que siempre ha despreciado a los gobernadores, así sean de su propio partido. Se ha dado cuenta que necesita de apoyo legislativo para lograr los cambios que quiere. No lo dice abiertamente porque la labor legislativa le provoca rabia: ¿Por qué sus decisiones han de ser cuestionadas? Es algo que no está en su órbita. Cuando fue jefe de Gobierno en el DF, gobernó por decretazos. Cree en el poder del que gobierna, no en la discusión democrática. Sin embargo, ahora que se topa con el equilibrio de poderes, se ha dado cuenta lo que le significa no tener una mayoría. Su apuesta no es por los que puedan gobernar mejor, sino por los que le den diputados federales.
Claro, hay una apuesta lateral: derrotar a los que representan su oposición y esos no son los del PRI, aunque entren en alianza. Por eso su afán en Nuevo León, donde su candidata, una priista de cepa, se hunde en sus mentiras y en su torpeza. López Obrador se encargó personalmente de nombrar a Clara Luz la candidata de Morena. Que no hubiera duda: el manto presidencial la protegía y eso le aseguraba el gane. Todo parece indicar que la señora va en bajada y que ni el presidente la sacará del hoyo. Lo curioso del asunto es que quien se perfila como ganador es el del PRI, lo que no debe de incomodar al presidente pues es un expriista; así todo queda en familia: Clara Luz, Andrés Manuel y Adrián, todos del PRI.
En la familia panista las cosas van mal. Querétaro y Baja California Sur tienen olor a triunfo, pero en Chihuahua la candidata panista tiene como principal oponente al gobernador de su propio partido. No es cualquier cosa luchar contra los propios; se vuelve más difícil la batalla. Corral, el gobernador, quiere quedar bien con el presidente, evitar investigaciones a cambio de entregarle el estado. Es su propósito. Hará todo por conseguirlo para después buscar otro partido dónde cobijar sus aspiraciones delirantes. Increíblemente, la dirigencia no le ha iniciado proceso de expulsión. Javier Corral le hornea galletitas al presidente y cocina a fuego lento a sus compañeros. Un asco.
En Baja California, Lupita Jones, candidata del PAN, parece recobrar algo de la popularidad de ese partido frente al deterioro que representa el millonario Bonilla y su gobierno de la cuatroté.
En fin, que esto apenas comienza.
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