Tratar con Trump

Un estudio publicado en 2008 sugiere que cuando un grupo no tiene líder, es fácil que un narcisista se encargue de él. Otros estudios han mostrado que en un contexto en el que el colectivo tiene un bajo nivel de cohesión, un Narciso, incluso incompetente, tiene muchas probabilidades de emerger como líder natural.

Quizá pocos halagos públicos han sido tan socorridos en los últimos tiempos como el papel que ha desempeñado exitosamente Claudia Sheinbaum ante los embates trumpistas. No deja de llamar la atención que se trate de una mujer la que sale airosa en los primeros encuentros a diferencia de varios de sus colegas hombres que han tenido que sufrir la ira y la incontinencia verbal del presidente norteamericano. Las dificultades de enfrentar a un desquiciado como Trump no son pocas. La presidenta Sheinbaum tiene que vérselas con un desequilibrado que un día dice una cosa y apenas unas horas después dice lo contrario.

La política siempre ha sido tierra fértil para estudiar las conductas de los seres humanos ante el poder. Acomplejados, desquiciados, megalómanos, paranoides, perversos… de todo ha habido en esta área de la actividad humana. Sin embargo, en los últimos años ha proliferado un perfil de político con rasgos muy similares sin importar del país del que se trate. Especialistas clínicos como siquiatras y sicólogos han advertido sobre el comportamiento de estos narcisistas en funciones. A propósito, la siquiatra francesa Marie-France Hirigoyen, publicó hace unos años el libro llamado Los narcisos han tomado el poder (Editorial Paidós) en el que describe a este tipo de personajes que suelen ser peligrosos al tener poder. Aquí unos subrayados.

Por un lado, sus capacidades de seducción y su habilidad manipuladora nos los hacen ver como líderes y, por otro, su necesidad de dominar y su falta de escrúpulos les proporcionan una ventaja considerable para obtener el puesto ambicionado.

Antes se enseñaba a los jóvenes que era de mala educación empezar una carta con “yo”, pero en noviembre de 2007, en Le Magazine du Monde, el lingüista Alain Rey señalaba que el presidente Sarkozy, recién elegido, había utilizado 126 la palabra yo en su alocución de junio a los parlamentarios, y 134 veces en su discurso de agosto en el Medef, además de 55 yo quiero. Alain Rey terminaba el artículo diciendo que incluso el rey decía: “Nosotros queremos”.

Detrás de una apariencia sumisa, de inhibición y vulnerabilidad, los narcisos sensitivos son personas escrupulosas, ambiciosas, pero también extremadamente susceptibles, que temen continuamente que se les falte al respeto; tienen la impresión de ser objeto de reflexiones y de críticas por parte de los demás, o de que no se las considera lo suficiente, lo cual provoca en ellas una sensación de desvalorización o de humillación.

Un estudio publicado en 2008 sugiere que cuando un grupo no tiene líder, es fácil que un narcisista se encargue de él. Otros estudios han mostrado que en un contexto en el que el colectivo tiene un bajo nivel de cohesión, un Narciso, incluso incompetente, tiene muchas probabilidades de emerger como líder natural.

Jean-Luc Mélechon (candidato de la izquierda francesa), por su parte, es un Narciso flamígero de tendencia paranoica. Convencido de su superioridad, se cree con derecho a insultar a todos los que no están de acuerdo con él. Al igual que Donald Trump, ve complots en todas partes y odia a los periodistas”.

Así que, como podemos ver, sí se requiere un esfuerzo de templanza por parte de nuestra presidenta.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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