Tatiana ante el dilema

Tatiana saltó a la fama en los meses previos a la elección como coordinadora de la campaña de AMLO.



“El Barlett de AMLO es el mismo que, como SEGOB, mandaba reprimir las empresas de mi padre, Maquío, e invadía las tierras agrícolas de su campo, lo difamaba a través de pasquines del PLM y se robó la elección de 1988”.

“Pinche viejo decrépito tanto chingó a mi padre, a la democracia y al país, que ahora no puedo chingarlo yo señalando sus verdades y atrocidades porque se enojan los chairos! Cómo llegamos a esto???”.

Los anteriores son un par de tuits de Manuel Clouthier, hijo del Maquío, puestos hace unos días a raíz del nombramiento de Manuel Bartlett al frente de la CFE. Se entiende la rabia del hombre ante la desfachatez y la insolencia del nombramiento. Su hermana Tatiana solamente dijo que “había mejores opciones” y subrayó con una de las frases más tontas que han dicho por esa casa de transición –y miren que hay competencia–: “los consejos en la vida no sirven, si sirvieran tendríamos una institución que vendiera consejos…”. Así el nivel.

Las familias cuyos miembros participan en política no son un monolito como muchos piensan. Cada quien tiene su forma de pensar y sus maneras. No siempre se está de acuerdo ni en los cómos ni en los por qués. De hecho no todos participan en la actividad. En mi caso, de siete hermanos hemos hecho política activa solamente dos. En el caso de los Clouthier son varios los que participan y tienen cada un@ su propia trinchera. En esta elección, Tatiana con Morena, Manuel como candidato independiente al Senado, y Rebeca, una panista a la que, como a muchos, el PAN la dejó sola en la elección. Así que no es un bloque lo que hay y nadie está obligado a pensar igual.

Tatiana saltó a la fama en los meses previos a la elección como coordinadora de la campaña de AMLO. Su presencia en los medios resultó un éxito, pues se dejó ver como alguien que hacía y decía sobre política de manera diferente. Fue una opción fresca antes los rancios y amargados personajes que suelen rodear a López Obrador. Tatiana saltó a la fama inmediatamente. Pero como bien dice Juan Villoro: “el problema de la notoriedad es que se nota”, y la señora Clouthier empezó a dejar ver sus debilidades: no es una persona de ideas, gusta más de la consigna y la pancarta que de los argumentos. Mucha gente que se embelesó en la televisión al verla, se desencantaba al conocerla personalmente. Para su suerte la campaña terminó antes de que se descubriera su faceta real de merolica de la indignación.

Tatiana Clouthier exigía que no sólo los subordinados sino las mismas familias de los políticos se manifestaran en contra de ellos cuando tomaban determinada medida. Siempre me llamó la atención que ella considerara hacer del linchamiento una actividad democrática y familiar. Ahora le ha llegado su momento. Porque la política, el poder, cuando se ejerce siempre plantea dilemas. Dilemas éticos, profesionales, humanos. Ahora ella dice que “habia mejores opciones”, hasta ahí llegó su rebeldía ante el jefe todopoderoso. “Yo proveo información y el señor decide”, menciona como justificación de su actitud pusilánime.

Porque no será la primera vez que Tatiana se enfrente a esos dilemas que se presentan en la política: que hay veces que es más importante lo que quieren varios que lo que quiere uno; que a veces es más importante la solidaridad con los propios que las causas individuales y que a veces es mejor ondear la bandera común que la de uno en solitario. Pronto veremos de qué tamaño es.

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