Es claro que Biden, por su estilo, su perfil y su carrera, representaba un antiTrump. Su carrera y su desempeño no dejaban duda al respecto. Así pues, que no había que construir un candidato “anti”.
Mucho se ha dicho sobre el triunfo de Biden en las elecciones estadounidenses. No es para menos. Se trata de un cambio significativo para el orden internacional. Si la llegada de Trump fue un escándalo con visos de terror en el mundo, su derrota es un bálsamo de las mismas dimensiones. Todavía nos queda saber cómo se desplegó de manera concreta y efectiva la campaña del Partido Demócrata en diversos estados para obtener la victoria. Van algunas consideraciones personales al respecto.
• Es claro que Biden, por su estilo, su perfil y su carrera, representaba un antiTrump. Su carrera y su desempeño no dejaban duda al respecto. Así pues, que no había que construir un candidato “anti”.
•Es cierto que el demócrata es de perfil bajo, poco dado a las rotundidades, los desplantes y la espectacularidad. Muchos en México dirían –y sin equivocarse– que era un candidato “de hueva”. Y sí, sí era de hueva. Pero de hueva democrática, lo que implica un cambio total respecto de Trump. En política siempre será preferible “la hueva” a la locura de la improvisación y el desenfreno destructor. No creo que sea necesario dar ejemplos.
•Si bien es cierto que el carisma cuenta en los candidatos, es claro que no lo es todo. Tener el carácter, el estilo para representar determinadas causas es indispensable. Es el caso de Biden. Su trayectoria de político profesional, de hombre sereno, resultó atractiva para encontrar la salida de un manicomio de emociones y dislates protagonizados por un desequilibrado al frente de la Casa Blanca. Un poco de cordura y de sensatez pidió una buena franja del electorado. Nada de venganzas: prudencia y conciliación parecen ser las peticiones.
•El trabajo previo cuenta. Uno de los movimientos de más proyección e impacto en últimas fechas ha sido el de Black Lives Matter. La comunidad afroamericana, que salió a votar por el demócrata, sabía que tenía en Biden un aliado como pocos. ¿Por qué? Porque como bien recuerda Jorge Andrés Castañeda, Biden, como hombre blanco y político de trayectoria, aceptó ser el segundo de a bordo del primer presidente afroamericano y estuvo con él hasta el final. Hay gestos, posiciones, definiciones que no se olvidan.
•Los políticos profesionales sí sirven y mucho. A pesar de que movimientos populistas, como el de Trump, encontraron su sendero de triunfo en el desprestigio y la estigmatización de la clase política, todo parece indicar que el experimento salió peor de lo que se pensaba. Hubo que echar mano de los que pueden arreglar los entuertos de alto nivel. Biden, como pocos, cuenta con un currículum político impresionante. Como dice el dicho, la política es muy importante como para dejarla en manos de políticos, pero hay cosas que sí hay que dejar en sus manos, nada más que hay que estar cerca para cuidarles las uñas.
•Para que gane un político del perfil de Biden –alguien de “poca acción”–, es necesario que mucha, muchísima gente ponga manos a la obra. Los que ganan dependen de las acciones de muchos, de la radicalidad de muchos y el ejemplo está en el movimiento afroamericano, en las mujeres, en la lucha de los medios de comunicación y en no bajar la guardia.
Seguramente mucho se seguirá hablando de la derrota de Trump, del triunfo de Biden, del cambio en Estados Unidos, pero así como llegó hace unos años la hora del populismo, sobre todo con el triunfo de Trump, el triunfo demócrata parece indicar que es el regreso de los ciudadanos organizados. Y de los políticos.
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