La renuncia de Germán Martínez al IMSS revela lo que se comenta por todos lados: en el gobierno hay un tapón que si ahora provoca parálisis, en un tiempo será una anarquía.
López Obrador está ahogando a su propio gobierno, lo tiene en sequía, pareciera un gobierno sin dinero, en crisis. Pero no, ellos dicen que tienen mucho dinero de ahorros y que cada vez tienen más, ¿entonces por qué no gastan? Si el gobierno no gasta los mexicanos van a padecer y no me refiero a las clases acomodadas (que también porque dejarán de tener o de generar empleos) sino a los más necesitados. La ceguera de la austeridad está matando al gobierno, y de seguir así las cosas en el sector salud, empezará a matar mexicanos.
El fanatismo por la austeridad ha llevado a la cuarta transformación –cualquier cosa que aspirara a ser– a ser simplemente un cuarto revolcón en el que las cosas supuestamente cambian para volver a lo mismo. Se corren a los delegados de las secretarías, pero se ponen a los superdelegados del presidente; se denuncia el monopolio de las farmacéuticas, pero atrás esconden a su farmacéutico, que también es superdelegado y quiere ser gobernador de Jalisco. Son desplantes del priismo caciquil que ha llegado de la mano de Morena.
La renuncia de Germán Martínez al IMSS revela lo que se comenta por todos lados: en el gobierno hay un tapón que si ahora provoca parálisis, en un tiempo será una anarquía. No habrá libros de texto a tiempo, se cancelan las becas, se cancelan las ayudas a quienes sí lo necesitan, como es el caso de los pasantes de medicina a quienes se ha quitado la mitad de la ayuda (a los ninis les darán el doble, castigando al que estudia, claro); se cancelaron las investigaciones científicas, los funcionarios mexicanos no pueden viajar a representar a su país, pero tampoco los niños a quienes les cancelaron el apoyo para ir, por ejemplo, a la olimpiada de matemáticas. Se despide a la gente que trabaja en los niveles bajos y medios del gobierno, se condena a las empresas, no hay pago a proveedores, o ahorcan con el dinero o con la amenaza; la inseguridad está desbordada, los estados que gobierna Morena como Morelos, Veracruz y la CDMX son una verdadera zona de peligro y las matazones se multiplican; la infraestructura del IMSS en lo que va de este gobierno es de 0 %; como dice la renuncia de Martínez –un texto impecable–, el IMSS para atender las necesidades de los mexicanos tenía más dinero con Peña que con el gobierno lopezobradorista; en el Hospital Infantil de la CDMX les indicaron que había que bajar al 50% las cirugías, en otros los propios pacientes deben llegar con su material de curación si quieren que se les haga un procedimiento médico; recortaron el presupuesto para controlar los incendios forestales, frenaron el aeropuerto, hubo desabasto de gasolina, pero venden coches y confiscan celulares. Un desastre.
La asfixia por austeridad está rayando en el absurdo de convertir al gobierno de la 4T en el más neoliberal que hayamos tenido en los últimos años. Algún día en este mismo espacio comenté que de seguir desapareciendo áreas del gobierno el presidente pasaría a la historia como Andrés Manuel López Thatcher. Y así parece porque a las plazas de empleo ha seguido el recorte de gasto en educación y en salud. Envidia de la derecha radical, sin duda.
Lo que estamos viendo es el anticipo de una crisis mayor: problemas de abasto de medicinas, empresas quebradas porque no se les paga, trabajadores de gobierno, como los delegados por ejemplo, que no han cobrado desde que empezó el gobierno, sindicatos agraviados. No está bonito el panorama de tener a un presidente austericida.
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