PRI, de dinosaurio a iguana

¿Quién podría imaginar hace un año que veríamos al priismo con ese raquítico número en el Senado?



No dejan de sorprender las notas que se refieren a los cargos de elección popular que corresponden a los priistas. Son números ínfimos para el tamaño que tenía ese partido. Era un escenario que nadie imaginaba. Si uno se pone a ver en dónde perdió el PRI, fue en todos lados; es raro encontrar que donde votó determinado priista conocido haya ganado su partido en esa casilla. Ni los lugares priistas que se creían a prueba de todo –como Hidalgo– resistieron la aplanadora Morena. No será fácil recuperarse de este golpe.

Rápidos en sus reflejos, los priistas que quedan visibles decidieron hacer un cambio en la dirigencia y dejar como presidenta a Claudia Ruiz Massieu. A lo mejor les sirve internamente para que René Juárez sea coordinador de los poco más de cuarenta diputados que tendrán. Pero que haya cambiado la dirigencia en el PRI, en estos momentos, es de un valor político casi nulo. No interesa el PRI y lo que le suceda en el corto plazo. Salvo que se desate una cacería de priistas que, ha quedado claro, todo el mundo rechaza.

No parece sencillo el trabajo para Claudia Ruiz Massieu, aunque debe tomarlo con tranquilidad, porque, al igual que el PAN, tienen mucho tiempo para hacer planes y ejecutarlos, porque los siguientes años, por lo menos de aquí a la elección intermedia, no podrán ni levantar la cabeza, tendrán una existencia francamente irrelevante. Para el priismo es peor, pues se sabrá de quienes militan en esas filas solamente por causas negativas.

Cualquier cosa que abone al deterioro del priismo será noticia levantada por sus enemigos de siempre y por el gobierno que entrará en funciones a partir de diciembre. Nada como tener un culpable a la mano a quien echarle la culpa, y mejor que ese culpable sea el PRI, del cual los mexicanos creemos –y con razón– que eran capaces de cualquier cosa.

Por supuesto que el priismo puede hundirse más. Es sabido que la decadencia no tiene límites. Para que esto se dé, se contará con la invaluable ayuda de los priistas que no dudarán en echar culpas y señalar responsables de la catástrofe. Eso me parece bien. Una derrota de las dimensiones que sufrió el priismo no puede esconderse bajo la alfombra, necesita analizarse, discutirse. Es absurdo que le echen la culpa nada más al gobierno de Peña. Me parece que en el descrédito del priismo han abonado más los gobernadores sátrapas de ese partido que el propio presidente y su equipo, pero eso no es pretexto para no analizar –una vez concluido, claro– el gobierno peñista que, sobre todo en actitudes, fue un ejercicio tan priista como el que más.

Mientras tanto, veremos la transformación del dinosaurio en iguana. Basta ver las notas en las que Osorio Chong ganó la elección para coordinar la bancada de senadores del PRI. Para tal efecto su electorado consistió en ¡trece senadores! (contra los 128 que tuvieron en el periodo anterior). ¿Quién podría imaginar hace un año que veríamos al priismo con ese raquítico número en el Senado? Pueden llevar a cabo sus reuniones plenarias en un elevador sin ningún problema.

Así que estaremos a la espera los próximos meses para ver qué hacen los partidos pequeños, entre ellos el PRI. Vivimos tiempos interesantes, eso ni duda cabe.

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